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El Bestiario del Hypogripho Dorado

Las patatas rapaces de Tairia

Las patatas rapaces de Tairia

Patatas rapaces en Tairia, por Jaime Jones, modificada por Jakeukalane.


Texto basado en Diario de las Estrellas, de Stanisław Lem. Ver notas.


0. Introducción.
1. El descubrimiento.
2. Los debates.
        2.1. Teorías filosóficas.
                2.1.1. Los fisicalistas.
                2.1.2. Los semánticos.
                2.1.3. Los neopositivistas.
                2.1.4. Los tomistas.
                2.1.5. Los neokantianos.
                2.1.6. Los holistas-pluralistas-behavioristas-fisicalistas.
                2.1.7. El profesor Urlipán.
        2.2. Experimentos del profesor Tarantoga.
3. Teoría sobre su evolución.
4. Captura.


0. Introducción

En una de las principales rutas de cohetes de la constelación de la Osa Mayor, que enlaza Mutria y Látrida, se encuentra Tairia, un globo pedregoso que tiene pésima fama entre los viajeros a causa de las masas de enormes pedruscos que giran a su alrededor: es una imagen escalofriante del caos y horror primigenios: el disco del planeta apenas se divisa entre unas nubes de piedra que retumban continuamente con llamas y estruendos de choques entre las rocas.

1. El descubrimiento

Al principio se hablaba de unos seres monstruosos que emergían bruscamente de la polvareda que oculta Tairia, atacando los cohetes y envolviéndolos con largos tentáculos para arrastrarlos a sus tenebrosas moradas. Los pilotos de las naves entre Mutria y Látrida conseguían sortearlos para gran alivio de los viajeros. Pese a ello circulaban historias exageradas sobre ataques a viajeros que paseaban con sus escafandras por el exterior de la nave. Lo cierto es que sólo se llevaron su escafandra. Sin embargo, la inquietud se había instalado entre los planetas circundantes que decidieron designar una Comisión Especial que investigase las criaturas que moraban en Tairia.

Las primeras expediciones terminaron con resultados no exitosos, apenas vislumbrando entre las profundidades del planeta a "animales rarísimos, parecidos a pulpos o plantas". Un aventurero espacial, Ao Murbras, fue a Tairia junto con sus perros equipados con escafandras y allí entablaron batalla con cantidades de seres vivos que habían emergido repentinamente de las nubes de polvo para envolverles con sus tentáculos. Y, aunque no pudo salvar a sus queridos perros, fibrosos tallos verdes se quedaron adheridos por fuera y por dentro de su escafandra. La Docta Academia de Ciencias dictaminó que eran fragmentos de un organismo pluricelular, muy conocido en la tierra por el nombre de Solanum tuberosum, esto es, la patata.

Ao Murbras exigió que la Docta Academia se retractase en sus conclusiones pero estas eran firmes, generándose agrios conflictos.

2. Los debates

Pronto se establecieron dos bandos primordiales, los patatistas y los antipatatistas; que se adueñaron de varias constelaciones entre ellas la Osa Menor y posteriormente la Osa Mayor.

2.1. Teorías filosóficas

Procedentes de diversos países de la Tierra, se formularon muchas teorías filosóficas diferentes, de acuerdo con diferentes corrientes.

2.1.1. Los fisicalistas

Este grupo determinó que, moviéndose dos cuerpos A y B, era irrelevante cual se eligiera como punto de referencia: daba lo mismo decir que A se movía en relación a B o que B se movía en relación a A. Puesto que el movimiento era relativo, lo mismo daba opinar que la patata se movía respecto al hombre o que el hombre se movía respecto de la patata. Así pues, la pregunta de si las patatas podían moverse carecía de sentido, siendo todo un problema aparente, es decir, que no existía.

2.1.2. Los semánticos

Los semánticos adujeron que todo dependía de la manera de comprender las palabras "patata", "es" y "móvil". Puesto que el punto fundamental residía en la partícula operacional "es", esta debía ser estudiada en profundidad. Procedieron entonces a conffeccionar una Enciclopedia Cósmica de Semiología, cuyos cuatro primeros volúmentes estuvieron dedicados a investigar el significado operacional de la palabra "es".

2.1.3. Los neopositivistas

Los neopositivistas llegaron a la conclusión de que directamente no nos son dados manojos de patatas, sino manojos de impresiones sensoriales; a continuación, crearon unos símbolos lógicos que significaban "manojo de impresiones" y "manojo de patatas", compusieron fórmulas de cálculo a base de signos algebraicos y, después de gastar océanos de tinta, obtuvieron el resultado matemáticamente correcto y situado por encima de cualquier duda, de que 0=0 1.

2.1.4. Los tomistas

Los tomistas manifestaron que una fuerza divina había creado las leyes de la naturaleza para poder jugar con ellas y quebrarlas a su antojo: ya que el milagro es el quebrantamiento de una ley natural y donde no hay leyes no hay nada que quebrantar. En el caso que nos ocupa, las patatas se movían sólo gracias a la intervención bromista de dicha divinidad. Por otra parte, un sector fanático de los tomistas manifestaba su incredulidlad en que esto fuera posible y apostaron porque fuera una treta de los materialistas, siempre dispuestos a hacer que las organizaciones quedaran en el más extremo de los ridículos.

2.1.5. Los neokantianos

Esta escuela proclamaba que los objetos eran creaciones del espíritu y no cosas cognoscibles por lo que si una mente era capaz de elaborar la idea de una patata dotada de movimiento, patata móvil existirá. Sin embargo, esto sería sólo una conclusión superficial, ya que nuestro espíritu era tan incognoscible como sus proyecciones; así pues no se podía estar seguro de nada.

2.1.6. Los holistas-pluralistas-behavioristas-fisicalistas

Este extraño y heterogéneo grupo manifestó que según las enseñanzas de la física, la regularidad en la naturaleza sólo podía tener un carácter estadístico. Igual que no se podía prever con una exactitud absoluta el camino de un electrón aislado, tampoco se sabía con certeza cómo se comportaría una patata aislada. La experiencia nos dice que el ser humano peló millones de veces las patatas, pero era forzoso admitir la posibilidad de que, en un caso entre millones, las patatas podían pelar al ser humano.

2.1.7. El profesor Urlipán

Un pensador solitario de la escuela de Russel y Reichenbach, sometió todas estas proposiciones a una crítica despiadada. Según él, el ser humano no percibía impresiones sensoriales, ya que nadie veía la impresión sensorial de una mesa, sino la mesa misma; puesto que, por otra parte, se sabía que del mundo exterior no se sabía nada, no existían, por tanto, ni cosas exteriores ni impresiones sensoriales. «No hay nada —proclamaba el profesor Urlipán—. Y si alguien opina lo contrario comete un error». Por consiguiente, no se podía decir nada acerca de las patatas, pero a causa de razones muy distintas de las aducidas por los neokantianos.

Desgraciadamente Urlipán fue internado después en un sanatorio para robots.

2.2. Experimentos del profesor Tarantoga

El profesor Tarantoga hizo caso omiso de las teorías filosóficas y comenzó a investigar en los planetas circundantes. De este modo supo que los seres misteriosos eran conocidos bajo los nombres de batatas, tubérculos, papas, trunfas, gepas, pommes de terre, potatoes, kartoffen… Eso le resultó muy intrigante, ya que según pudo comprobar en los diccionarios, todas estas palabras eran sinónimos de la vulgar patata. Tarantoga iba desentrañando el enigma con tanto éxito que ya al cabo de cinco años pudo formular una teoría que lo aclaraba todo.

3. Teoría sobre su evolución

Tiempo atrás, en la región de Tairia había chocado contra un arrecife de meteoritos una nave cargada de patatas para los colonizadores de Látrida. El impacto agujereó la nave y toda la carga se desparramó por los contornos. Los cohetes de emergencia desprendieron la nave del arrecife, la remolcaron a Látrída y el asunto cayó en el olvido.

Las patatas que habían caído sobre la superficie de Tairia brotaron y empezaron a crecer a pesar de que las condiciones de su existencia eran extremadamente duras: los fragmentos de piedra que les caían encima rompían los tallos tiernos e incluso aplastaban a veces plantas enteras. En consecuencia, sólo se salvaron las patatas más prudentes, que sabían encontrar un refugio. La nueva raza de patatas listas, creada de este modo, se desarrollaba cada vez más profusamente. Después de varias generaciones, las patatas se hartaron de la vida sedentaria, se desenterraron solas y adoptaron el modo de vida nómada, perdiendo al mismo tiempo toda la mansedumbre y pasividad propias de las patatas terrestres, domesticadas por el cariñoso desvelo y buen cultivo que les daban los seres humanos. Las de Tairia, volviéndose cada vez más salvajes, terminaron por convertirse en fieras rapaces. Si pensamos en la historia de su origen, veremos que la cosa tiene una profunda base lógica. La patata, solanum tuberosum, pertenece a la familia de las dulcamara (Solanaceae), en parte venenosa (belladona), y el veneno, una vez libre de cuidados adecuados, puede trastornar completamente una planta antes benigna. Este precisamente fue el caso de las patatas de Tairia. Cuando el espacio vital en el planeta les resultó escaso, sobrevino una nueva crisis; la generación joven ardía en deseos de actividad, ansiando hacer cosas extraordinarias, completamente inéditas en el mundo vegetal. Volviendo los tallos hacia el cielo, advirtieron en él las masas de rocas voladoras y tomaron la decisión de establecerse en ellas.

La teoría del profesor Tarantoga también explica cómo las patatas aprendieron a volar agitando las hojas, cómo se elevaron por encima de los limites de la atmósfera de Tairia para aposentarse al final sobre las rocas que giran alrededor del planeta. Su cometido fue facilitado por el hecho de que, al conservar la transmutación de materia de los vegetales, podían permanecer bastante tiempo en el vacío sin oxígeno, sacando la energía vital de los rayos solares. Finalmente, llevaron a tal extremo su atrevimiento, que empezaron a asaltar los cohetes que pasaban cerca del planeta.

4. Captura

Cualquier otro investigador hubiera publicado esta hipótesis brillante y no hubiera dedicado más tiempo al asunto; pero el profesor Tarantoga había jurado no descansar antes de haber atrapado al menos una patata rapaz.

Así pues después de la solución teórica del problema, vino el turno de capturar un ejemplar, empresa no menos difícil. Las patatas rapaces se agazapan en las grietas de los peñascos; penetrar para buscarlas en el laberinto móvil de rocas voladoras sería un verdadero suicidio. Por otra parte, el profesor Tarantoga no se proponía matar una patata a tiros pues quería conseguir un ejemplar vivo, lleno de fuerza y salud.

Durante un tiempo pensó en la caza al ojeo, pero abandonó la idea por encontrarla insatisfactoria y adoptó una nueva que iba a dar gran fama a su nombre, la de la caza con cebo. A este fin compró en una tienda de material escolar el mayor globo celeste que existía, una preciosa bola bien barnizada de seis metros de diámetro. Adquirió también grandes cantidades de miel, pez negra y cola de carpintero, mezcló los tres ingredientes en proporciones iguales y embadurnó con la pasta obtenida toda la superficie del globo. Luego ató este último al cohete con una cuerda larga y voló hacia Tairia. Al encontrarse a una distancia suficiente del planeta, el profesor ocultó el cohete tras el borde de una nebulosa vecina y echó la cuerda con el cebo. Todo el plan estaba basado en la curiosidad invencible de las patatas. Al cabo de una hora de espera, un ligero temblor indicó que algo se estaba acercando. Tarantoga se asomó con prudencia y vio unas matas que se dirigían al globo agitando los tallos y moviendo lentamente los bulbos; por lo visto, tomaron el globo por un planeta desconocido. Momentos después, rezumando confianza, se posaron sobre él y quedaron adheridas por el pegamento a su superficie. El profesor arrastró rápidamente la cuerda, la ató a la cola del cohete y arrancó velozmente hacia Látrida.

El valiente investigador fue acogido con un entusiasmo indescriptible. Las patatas fueron encerradas en una jaula junto con el globo y expuestas a la vista del público. Locas de rabia y pánico azotaban el aire con los tallos y pateaban con las raíces, lo que, evidentemente, no les sirvió de nada 2.

*1: Este párrafo es tan perfecto que está transcrito literalmente. Volver.
*2: Extractos tomados de los Diarios de viajes de Ijon Tichy, concretamente de su viaje número veinticinco. Volver.


Criaturas: Patatas rapaces de Tairia, Humanos.
Lugares: Planeta Mutria, Planeta Látrida, Planeta Tairia, Planeta Tierra, Osa Mayor, Osa Menor.
Organizaciones: Comisión Especial, Docta Academia de Ciencias. Fisicalistas, semánticos, neopositivistas, tomistas, neokantianos, holistas-pluralistas-behavioristas-fisicalistas.
Individuos: Ao Murbras, Profesor Urlipán, Profesor Tarantoga, Ijon Tichy.


Nota I: Basado muy fielmente en el "Viaje vigésimo quinto" (PDF) de Diario de las Estrellas (PDF) de Stanisław Lem.
Nota II: La imagen original corresponde a una carta de Magic que se puede encontrar aquí→ "Progenitus". Carta en tamaño completo aquí → Progenitus. El artículo no está inspirado en la imagen ni en la carta.


Texto: Stanisław Lem, modificado por Jakeukalane.
Imagen: Jaime Jones, modificada por Jakeukalane.

©Stanislaw Lem ©Jaime Jones ©Hyposs Productions.

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