El Misterio del Monolito
Imagen I: El Monolito, por Ludovic Celle.
Texto original. Múltiples inspiraciones, ver nota.
Thuilr miraba el horizonte. Tenía que descubrir de donde surgía aquel resplandor dorado que llevaba toda la mañana molestándole.
Además, estaba aquella música melancólica que no paraba de sonar. Desde hace varios días sentía como si estuviera siendo controlado: oía sus propios pensamientos en voz alta, luces y sonidos surgían de todas partes y, a veces, escuchaba largas descripciones sobre el paisaje.
—¿Mundo? ¡Escúchame! No voy a permitir que me controles.
Continuó cabalgando. Ahora que lo pensaba no recordaba cuando había sido de otra manera, sin escuchar aquellas voces...
—Eh... espera, espera... ¿Cómo que nunca he vivido de otra manera? Claro que he vivido de otra manera... —pero su protesta fue apagándose poco a poco cuando descubrió que se equivocaba.
—¿Qué dices? —continuó—. ¿Qué yo me equivoco? Estás haciendo trampa, me estás diciendo lo que tengo que pensar.
«Es posible que esté haciendo trampa, para algo soy el Narrador de este cuento. Yo existo, tú no existes. No me quieras decir cómo tengo que escribir este cuento».
—¿Pero cómo va a ser eso posible? ¿Y mis derechos? ¡O sea que eras TÚ el que hace que todo esté tan excesivamente descrito, cuando no hace falta! ¡Pues que sepas que tienes un gusto pésimo!
A Thuilr le empezó a dar vueltas la cabeza. Decididamente, los tragos de ron que se había tomado con los bandidos a los que había ayudado a escapar no ayudaban en nada.
—¡Difamación! Puede que me dé vueltas la cabeza, ¡pero es por tu culpa, voz fantasmal! Y que conste que yo no les ayudé...sino que...
Con un suspiró, cayó al suelo, totalmente borracho. No se movió de ahí durante un buen rato.
Así que ese es su juego, quiere controlarme, pero no lo va a conseguir. Pero le seguiré la corriente y averiguaré como devolverle la jugada.
Thuilr despertó a la mañana siguiente todavía con resaca y algo confuso, pero al no escuchar voces extrañas (que habían sido producto, indudablemente, de la borrachera) su ánimo mejoró. Se mantuvo callado y cabalgó con su poni (¿Cómo que un poni? ¡Me costó mucho dinero este caballo!) con su caballo hasta aproximarse a aquel resplandor que había visto el día anterior.
Era una gigantesca roca amarilla con forma de monolito. No amarillo pálido, ni dorado, como aparentaba desde lejos, sino un amarillo chillón difícil de soportar a la vista. A la derecha del enorme monolito había un frondoso bosque. A la izquierda, un enorme cañón desértico.
Tenía que elegir.
—Pues no sé tú, pero yo me quedo aquí a comer, que estoy cansado.
«Tienes que continuar, si no, el cuento se queda estancado. Además, ¿A quién le importa que tú comas? Luego me dirás que tienes que hacer —ejem— otras cosas».
—Pues claro, ¿quieres que tenga estreñimiento? En estos lugares no se puede permitir.
«No seas mal personaje y continua andando».
—No. —dijo el muy terco de Thuilr—. ¿Terco, eh?, pues que sepas que no te voy a hacer caso.
«Narrador narrándose a sí mismo (con voz fría): Tienes que saber una cosa. Si ahora presiono una cosa que "aquí afuera" llamamos "tecla escape", sabrás por seguro que no seguirás existiendo. Es más, es como si nunca hubieras existido».
—Curioso. Tú también tienes voz narradora.
«Narrador narrándose a sí mismo (temeroso): ¿Yo? ¿Cómo? —el Narrador estaba perplejo».
«Narrador cada vez más atemorizado: No, yo no tengo voz narradora»
—Sí, la tienes, la estoy escuchando todo el rato. Al parecer tienes miedo. ¿Qué es lo que temes?
«Narrador pensando: "¿Qué es lo que temo?" ¡Yo no puedo estar siendo narrado! ¡Me convertiré en un personaje también!»
—Diría que dentro de poco te vas a materializar aquí dentro, en el relato. No puedo esperar a echarte la mano encima.
«El Narrador notó como lo que decía Thuilr se iba haciendo cierto. ¡Pronto dejaría incluso de tener una tipografía diferenciada!».
—Hola —dijo Thuilr. Tumbémonos sobre el césped y charlemos tranquilamente, Narrador. El tono que se desprendía de sus palabras era venenoso y cortante.
—¡Ja! —continuó Thuilr—. Este Metanarrador tiene más estilo que tú. ¿Te ves ya completamente ficticio, eh?
—Eh... —dijo el Narrador—. Esto no puede estar pasando. Yo estaba escribiendo este cuento. ¿Quién lo escribe ahora?
—Quién sabe. —Y, agarrándolo de la sucia chaqueta (al parecer el Narrador se había caído y su camisa se había llenado del polvo del camino), le llevó a rastras hasta el monolito.
—¿Qué significa esto? Como Narrador tienes que saberlo.
—Es que... todavía no lo había pensado. La trama no estaba desarrollada.
—No me mientas. Después de escuchar todas tus descripciones ridículas del paisaje, sé que tenías algo preparado. ¡Por el amor de todas las criaturas de Ra, si incluso cuando pasamos aquellos pedruscos hace tres días, no dejabas de repetir que podían ser ruinas antiquísimas de los demonios de nosequé Imperio!
—Está bien, está bien. Te contaré lo que sé, pero suéltame la camisa ¿está claro? Además, quiero que quede constancia de que soy un ser superior que tú, aunque esté atrapado aq... arghhh.
—Como sigas con ese discurso ridículo, te estrangulo aquí mismo. Para todas las desgracias que me has hecho pasar, hubiese sido mejor que no me hubieses creado, o sea que no lo vuelvas a mencionar.
—De acuerdo. Veamos. Si mal no recuerdo, estaba describiendo el paisaje, antes de que decidieras pararte a comer. Era importante la prisa, puesto que tiene que haber algún acontecimiento crucial que tú fueras a evitar. Aunque dudo que realmente puedas resolver nada, pareces muy enclenque. Luego desentrañarías el misterio del monolito.
—¡Uhh! Que grandilocuente. Lo veo incluso con letras rojas en un cartel de cine: "EL MISTERIO DEL MONOLITO". Pues bien amigo Narrador, que quede claro que no hay ninguna raza antigua durmiendo en el subsuelo. Además este "monolito" no es más que tu corriente exageración de las cosas. A mí me parece un termitero, un poco grande, pero podría pasar por un termitero. Mmm, mmm...
—... un termitero... un termitero... Ha dicho...un termitero... ha dicho que el Monolito construida por la antigua raza Thain de osos polares gigantes era un termitero... increíble... no puede ser... un termitero...
—Calma amigo. Parece que te ha dado un ataque nervioso. Además ¿qué es eso de la raza Thain? No eres nada original con los nombres. Yo me llamo Thuilr. Significa "diente de dragón". La raza Thain de la que hablas te la acabas de inventar. ¡Por favor! Osos polares... a estas latitudes. Te está afectando eso de entrar en la ficción. ¿Qué dices? ¿Nos movemos? Parece que aquellos arbustos tienen bayas y parecen comestibles. ¿Y donde está el Metanarrador? Hace tiempo que sólo hablamos en diálogo y es un poco cansado.
—¿Ese? ¿El que hasta hace un momento era yo? Pues espero que se le caigan las teclas del portátil y deje de escribir, así nos deja tranquilos.
«La voz del Metanarrador se escucha desde la distancia; le escuchan todos, oye todo y nada le afecta: Moriríais».
—¡Ja! Mira como se cura en salud. No quiere que le pase lo que a ti.
«Una extraña urgencia se apodera de ellos. Recogen las bayas y sus pertenencias. En silencio, se ponen en camino. Tienen que descubrir lo que significan las extrañas inscripciones que hay en el monolito (que habrían visto si no hubieran estado discutiendo inútilmente y se hubieran acercado a mirar).
El misterio del paisaje cobra relevancia para ellos. Después de una tensa discusión, el Narrador consigue hacer entender a Thuilr que es mejor tomar el camino del cañón, que conduce a una extensa llanura, salpicada de protuberancias similares al extraño Monolito que acaban de abandonar. Cabalgan hacia el cañón. Notan como no sólo cambia el suelo, también lo notan en los huesos: el paso del tiempo es diferente, más pesado, más tétrico».
«Después de un rato, deciden parar. A lo lejos se percibe una enorme formación rocosa de color rojo».
Imagen II: El gran monolito, por batjorge.
—Mira, allí hay un Monolito mucho mayor.
—A ver, un momento —dijo Thuirl sin volver la cabeza—, pensemos con claridad. Que el Metanarrador sienta simpatía por ti y te apoye no significa que de repente hayan aparecido Monolitos por todas partes. Son termiteros.
—¿Quieres hacer el favor de mirar? Parece que no tienes ojos en la cara, oh "señor diente de dragón".
—Estás resentido por lo de tu inexistente raza de osos polares.
—No es cierto. Sólo tienes que mirar a lo lejos. Quizás no fueran osos polares, está bien, puede que me precipitara, pero seguro que eran bastante grandes, no sé si gigantes pero lo suficiente para construir ESO.
«Thuilr por fin miró hacia donde el Narrador le indicaba. Su cara de asombro fue digna de contemplar».
—Os reís de mí, pero si no estuviese yo no tendrías personajes. Pregúntale a cualquiera qué puedes hacer en un cuento con un Narrador y un Metanarrador. ¡Nada! ¡YO muevo el relato! Y, vale, a veces creáis alucinaciones bastante convincentes. Pero por más que digáis que eso es un monolito construido por no sé qué raza, a mí me parece una formación rocosa natural.
«Después de las habituales quejas de Thuilr, los dos se pusieron en camino. Nada más llegar a la base de la impresionante formación rocosa, les recibió un ser delgado con aspecto animal, pero rasgos risueños».
—Han llegado al Monolito Grande. Aquí pueden escuchar todo lo que necesiten saber sobre los monolitos de esta parte del continente. —Al ver la desconcertada cara de los que asumió como turistas despistados, procedió a iniciar la visita—. Este monumento fue construido hace 500 o 600 millones de años por una raza desconocida, aunque creemos que tenían un aspecto parecido a osos de color blanco y bastante envergadura...—Si me acompañan podrán observar los intrincados túneles que construyeron para... —se detuvo al ver que Thuilr sacaba algo de una bolsa.
—Guarde eso —De repente su tono amistoso de guía turístico desapareció—. Las fotografías están prohibidas.
—¿Pero qué haces con una cámara digital? —le recriminaba el Narrador—. ¿Thuilr, "diente de dragón", con una cámara digital? ¿No ves que es un anacronismo? Como mucho tendrías que tener una cámara fija o analógica...
—¿Y porqué no iba a tener una cámara de fotos digital? Nunca has dicho en que época se encontraba enmarcado el relato. Es tu culpa si pensabas que era en 1940 o así.
—Pero... pero... el ambiente... la narración... los bandidos, el ron, el cañón... todo eso desprende un aura de antigüedad, tiempos lejanos, lugares remotos...
—Venga ya.
—Tenías un caballo. Nadie va a caballo ahora.
—Tú me querías endosar un poni. Eso sí que es romper con el "aura" de antigüedad. ¡Un poni! —se dirigió al humanoide—. Perdone, señor. ¿Porqué no puedo hacer fotos? No me irá a decir que el flash estropea la roca, porque está cámara tiene sensores que hacen innecesario el uso de flash incluso con muy poca luz.
—¡Alto ahí! —dijo el Narrador—. ¿Innecesario el uso de flash? Estoy de acuerdo que no esté ambientado este relato en el S.XIX, pero no te pases de listo, ni de siglo.
—Creo que tú aquí ya no eres el Narrador ¿recuerdas? Además, el Metanarrador no parece poner objeciones.
«El assyntu, que así se llamaba la especie humanoide con rasgos animales, los miraba desconcertado. Normalmente las visitas que recibía eran de otros essuntu [plural de assyntu], ansiosos por conocer la historia de sus antepasados y de los misteriosos Thain. Pero en las ocasiones en las que tenía que dar su charla a seres cara-tiesas siempre había problemas. Aún así, ninguno de ellos era tan ridículo como la pareja de forasteros que acababa de llegar, chillándose por todo. El assyntu decidió ignorar las excentricidades de los cara-tiesas y contestar directamente a la pregunta del más delgaducho de ellos».
—Esos aparatos capturan el alma de los sitios y según nuestra re-...
—A ver, señor-guía-turístico, he visto que hay cámaras de seguridad por todos lados. Los monolitos pequeños (y tengo que dejar claro mi opinión: son termiteros) también los tienen, pero es que ¡incluso los cactus tienen agujeros para las cámaras de seguridad! Perdona, pero no me creo eso de que es por respetar las tradiciones sagradas.
—Señor, la política del parque me impide hablar del asunto. No están permitidas las fotografías. Como les iba diciendo, los túneles fueron excavados hace más de 400 millones de años, siguiendo un complicado patrón para conectar las diversas e inmensas salas que recorren el monolito...
—¿Dijo usted que fueron unos osos de color blanco los que lo construyeron?
—Sí, ellos decían que era para entrar en lo que conocían como el Tiempo No-ficticio. Querían llegar a él, puesto que según ellos, el estado normal de todo esto —hizo un gesto con los brazos, queriendo indicar el mundo—, era la no-ficción.
—Narrador, al parecer tu introducción en la historia ha variado totalmente el desarrollo normal e introducido elementos completamente ajenos.
—¿Porqué has dicho eso? Suena como si lo hubiese dicho el Metanarrador a través de ti...
—Conque parque turístico ¿eh? ¿Dónde está tu "MISTERIO DEL MONOLITO" ahora? —le reprochó Thuirl, olvidando totalmente lo que le acababa de decir el Narrador—. Este cuento ya no tiene sentido.
—Señor turista cara-tiesa—se percibía que el assyntu estaba fuera de sus casillas, pues utilizar ese adjetivo despectivo delante de los visitantes era algo poco común—, esto no es un parque "turístico". Este el parque natural y etnográfico essuntu del mítico Tiempo de la No-Ficción y del estudio de los Thain, quiénes eran y adónde fueron. También estudiamos a nuestros propios antepasados essuntu. No diga que no tiene sentido. Este mismo año se ha descubiert...—calló repentinamente, con aire culpable—. Bueno, nuestro trabajo es muy importante, pero no creo que sea de vuestra incumbencia.
—Venga, ahora tienes que decírnoslo. Narrador, ¿puedes obligarle de alguna manera? —añadió en un susurro, para que el assyntu no le oyera.
—Ya no soy el narrador, tú mismo lo dijiste. —le contestó, en el mismo tono—. Lo más que podemos hacer es influenciar en el Metanarrador para que nos diga lo que queremos a través del assyntu.
—Perdone, señor...¿Cómo se llama usted?
—Mindassanya.
—Señor Mindassanya, yo me llamo Thuilr, expreso mis disculpas por nuestra grosería. Si fuera tan amable de explicarnos todo lo que tengamos que saber acerca de este monumento...
—Thuilr, ese es un cambio notable. Disculpas aceptadas.
—(psst, Thuilr, ¿te has dado cuenta?, ¡lo ha vuelto a hacer, eso no ha sonado nada natural!)—susurró el Narrador—.
—Como iba diciendo, existen numerosas salas y pasadizos en el interior del enorme monolito. Cada sala tiene su función y pensamos que se trata de una gigantesca nave espacial.
—(¡Resopla!).
—(Vamos a ver, ahora no me salgas arcaico, tienes que ceñirte a una época concreta).
—Aunque de un tipo algo especial: pensaban en ella como una nave abstracta que les serviría para retornar al Tiempo de la No-Ficción. Nuestro último descubrimiento muestra que es posible que lo consiguieran.
«Y ese es el origen verdadero de los osos polares».
—¿Quién ha dicho eso? —dijo Mindassanya.
—Es largo de explicar —repuso el Narrador.
«Con amables palabras se despidieron de Mindassanya y atravesaron de nuevo la llanura y el cañón, volviéndose a encontrar con el primer monolito que indicaba el límite del parque natural. Se acercaron al monolito, grabado en el ponía...»
—¡Ey, mira! Pone ©Copyright Osos Polares Gigantes AKA Thain. Realmente tú y el Metanarrador no tenéis mucha imaginación.
—Olvídalo, vamos a ayudar a aquellos comerciantes a los que vapuleaste.
—¡Eran comerciantes! ¡Me hiciste pensar que eran bandidos!
—Jaja, es broma. Eran bandidos.
«... ... ...»
—¿Qué ha sido eso? —dijo Thuirl.
—Mmm, no lo sé. Parecían como tres grupos de puntos suspensivos flotando por encima de nosotros.
« »
—Se escucha un vacío muy incómodo, ¿Verdad, Narrador?
—Ahora que lo dices, el Metanarrador parece que se ha quedado callado durante un buen rato. Al principio pensaba que no quería asustar al assyntu, luego le asustó y después nos ha traído aquí y ahora no dice nada.
«Nrghh. Nghh»
—¡Qué ruidos más raros hace!
—Creo que ya sé lo que pasa. —dijo el Narrador.
—¿Qué? —la tensión volvió debido al nuevo misterio, después de descubrir todo lo concerniente a los monolitos
—Al Metanarrador se le está acabando la batería del portátil o...
—¿O?
—Va siendo hora de que vuelva a ocupar su lugar.
—¡Ah!, ya. Sólo espero que no seas tan malintencionado con tus personajes.
—¿Cómo? ¿No quieres venir conmigo? Al "Tiempo de la No-Ficción".
—¿Puede hacerse?
—Hay que hacerlo con cuidado, si no fíjate en los pobres Thain, como acabaron, marginados al polo por interferir en la causalidad del espacio-tiempo. Prepárate, vamos al Tiempo de la No-Ficción.
—Vamos allá.
«Hay que decir que luego llovió mucho. Los bandidos se recuperaron de sus heridas. Los dobles de Thuirl y los personajes bajo el yugo del Narrador y el Metanarrador tuvieron mayor poder de decisión en sus obras; se evitó que la Realidad se fuera al traste impidiendo la salida de nuevos elementos ficticios hacia el Tiempo de la No-Ficción.
Actualmente Mindassanya sigue investigando en las ruinas del Monolito Grande y es un prestigioso arqueólogo. Thuirl (o al menos otra versión suya) vagó por las llanuras, montado en su caballo y disfrutando de las excelentes fotografías y vídeos de una cámara adelantada a su tiempo».
FIN
Criaturas: Humanos, Thain, Essuntu.
Espacios Planares: Tiempo de la No-Ficción, Tiempo de la Ficción.
Lugares: Monolito Grande.
Individuos: Thuilr, Narrador, Metanarrador, Mindassanya.
Nota I: Inspiración en Misery’s King (archive.org) de Septicflesh/Chaostar, "El país del fin del mundo" de Terry Pratchett y Otherland de Tad Williams y también en el Tiempo del Sueño de los aborígenes australianos.
Texto: Jakeukalane. Publicado originalmente en "Eh, bueno, creo que era... EL MISTERIO DEL MONOLITO".
Imagen I: Ludovic Celle (Ludo38). Imagen original aquí → Australia - Uluru walkarround (deviantart). Imagen en tamaño completo aquí → Australia - Uluru walkarround (imagen).
Imagen II: Batjorge. Imagen original aquí → inside the desert (deviantart, archive.org). Imagen en tamaño completo aquí → inside the desert (imagen).
©Hyposs Productions. ©Ludovic Celle ©batjorge
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