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El Bestiario del Hypogripho Dorado

Las aventuras de Téhilor I: Recordando la solución

Las aventuras de Téhilor I: Recordando la solución

Imagen I: Inspiración abrazando a Téhilor, por Autor desconocido, modificada por Jakeukalane (con recursos de Shadow-of-Nemo).


Este artículo ha sido mejorado en la wiki


Texto original de Avengium. Escrito en tres distintos retos de escritura. Ver nota.


...

Se despertó sin recordar nada. Estaba tendida en el suelo. Era un suelo alienígena. La estridencia de los colores le producía dolor de cabeza. Intentó mirar para otro lado, pero allí donde posaba la vista no había nada que le recordara a casa. Por cierto, ¿cuál era su casa? No conseguía recordar nada.

Por todo ese paisaje diversos hongos salpicaban de sombreros la maraña de colores. Al menos estaba en un planeta, ¿no? No estaba segura del todo. Decidió incorporarse y se sintió más pesada de lo que recordaba. Sintió algo a su espalda. Un peso entumecido que luchaba por despertarse. Se levantó y el cosquilleo recorrió toda su espalda. Después, un aleteo. Tenía alas. ¿Cómo podía haber estado tan desorientada como para no saber que tenía alas? ¿Y qué significaba eso?

Poco a poco, la niebla de su cabeza se iba disipando. Ella era un Avariel, un elfo alado y había ido allí por alguna razón. Pero aún no sabía porque. Decidió emprender el vuelo e inspeccionar las proximidades desde arriba. El lugar parecía tranquilo. Los verdes, amarillos, violetas y naranjas, todos ellos brillantes, y fluorescentes se extendían por todo el paisaje. Las rocas tenían colores extraños. La hierba era multicolor. Desde arriba no se podía decir si algo era inanimado o no.

Y las setas gigantes. Ellas contribuían también a darle un aspecto encantado y alucinatorio. Por su tamaño uno se sentía un duende. Parándose a observar se podían ver pequeñas hadas y animales ligeros. Iban a su propio ritmo, ignorando la extrañeza del lugar. Al cabo de un rato, la Avariel vio un lago. Estaba en calma. Y por suerte sus aguas eran azules. No sabría cómo se hubiera sentido si las aguas hubieran sido de cualquier otro color. Aunque ahora que lo pensaba mejor, aquí azul a lo mejor significaba algo distinto.

...

La Avariel se inclinó y bebió un poco de esa agua. Estaba fresca y limpia. Se alegró de que no fuera cualquier otro componente nocivo y reemprendió el vuelo. Cuando se alzó vio algo delante de sus ojos que la dejó boquiabierta. Eran como imágenes del futuro. Se veía un portal y un chico pasando por él. Al otro lado, la nada. Un blanco deslumbrante. El chico caminaba por el espacio en blanco con decisión. Caminó por lo que a ella le parecieron eones hasta que vio a un fénix. Ese fénix se fue fusionándose con el chico como una corriente de magia arremolinándose alrededor de él. Después, el chico desanduvo el camino y volvió a entrar en el portal. El lugar parecía un atardecer continuo hasta donde abarcaba la vista. Y en ese lugar el chico se convirtió en el fénix.

Ahí es cuándo la Avariel volvió de su visión. Pero el paisaje era algo distinto. Los colores eran menos chillones e irreales y lo que se veía era distinto. No había lago, sino un bosque a un lado, un edificio grande a otro y una explanada que abarcaba el resto. En esta había una colección de piedras dispuestas en el suelo que parecían tener un fin ritual.

La Avariel, que aún no recordaba su nombre ni su motivo para estar en este lugar de champiñones gigantes, decidió ir al edificio. Cuándo se acercó, las puertas se abrieron solas y entró a la Biblioteca de Nefuh. La biblioteca le resultaba familiar. Era tal cual ella se imaginaba una biblioteca. Salas con estanterías y libros. Se acercó a uno y vio que los caracteres no estaban en su idioma. Cogió otro y tampoco. Vio que el cartel de la sala estaba en otro idioma y se puso a caminar por las salas. Todas las salas tenían carteles en otros idiomas y eso la empezaba a cansar.

...

Pero más adelante escuchó un maullido de gato y fue a ver. Había un gato pequeño en el suelo. Estaba arrastrando un libro hacía un agujero en el suelo. El libro no hizo nada de ruido al caer por el agujero. La Avariel, intrigada, siguió al gato. Éste cogía libros de una forma aparentemente aleatoria, los tiraba al suelo, y los colaba por uno de los muchos agujeros del suelo. Se preguntaba para qué servían esos agujeros, y adonde irían a parar los libros. Siguió al gato durante largo tiempo y no vio otras grietas o hendiduras por las que pudiera caber ella.

Hasta que en una zona de grandes volúmenes vio un hueco por el que podría colarse.
Cuando el gato se hubo ido de ese sitio, la Avariel colgó sus pies por el agujero y se dispuso a caer de pie. Cuál fue su sorpresa cuando durante la caída quedó atrapada en una tela de araña.

El hilo era grueso. La habitación estaba a oscuras. Parecía una gran extensión cavernosa y haber un gran trecho hasta el suelo. El hueco por donde había bajado se veía ahora como una pequeña abertura.

Se sintió intranquila, insegura. Estaba flotando a metros del suelo, suspendida en una tela de araña. Forcejeaba, pero la fibra era más dura de lo que aparentaba. Este forcejeo al parecer alertó a alguien, ya que se sentía cómo se acercaba a través de la tela. Una araña enorme se plantó delante de la Avariel. A pesar de su tamaño, andaba con seguridad por la tela.

—Así que al final has dado con mi escondite —sonó en su cabeza.
—¿Qué escondite? Yo no sé nada de ti.
—No te hagas la tonta. Has entrado aquí porque querías descubrir mi escondite. Y querías parar mis planes. Pero mis planes son más grandes que tú. Más grandes que este planeta.
—¿Qué planes?
—¿Has venido de muy lejos para desbaratarlos, ¿no es verdad? Pero llegas tarde. Me he hecho con el saber de esta biblioteca. Y cuantos más libros devoro, más inteligente me hago. Pronto podré salir de esta roca y acabar con todo tu planeta. Pero, ¿qué tal si te como a ti primero?

[...] La histeria la invadió cuando los maxilípedos de la araña se acercaron a ella, e inesperadamente, las cuerdas que la sujetaban cedieron y la Avariel cayó al vacío. Sus alas se desplegaron instintivamente y reemprendió el vuelo por este lugar sumido en la oscuridad. Oteó el horizonte en todas direcciones y le pareció ver una antorcha a lo lejos. Aleteó hacía allí y vio un fénix. Su expresión se tornó en sorpresa cuándo reconoció ese fénix. Era el chico de su visión. Aterrizó ahí. Y enseguida se vio teletransportada.

—Me alegro de verte de nuevo, Téhilor —le dijo el chico.

La Avariel seguía en shock. Habían sido muchas cosas las que habían pasado en poco tiempo y aún lo estaba asimilando.

—Se que ha debido de ser un shock. Pero es que soy un hechizo viviente, no estoy hecho para vivir dentro de las páginas de un libro.

La Avariel escuchaba sin comprender: «¿qué era todo ese lío?».

—Y no sé como lo haces, pero siempre me encuentras. ¿Cómo llegaste aquí? ¿Y cómo me encontraste más abajo? La verdad, Téhilor, nunca dejas de asombrarme a pesar de que yo sea un hechizo viviente.

La Avariel seguía sin entender una sola palabra. Intentaba encajar las piezas, pero nada de eso le cuadraba. Ahora estaban en un bosque. El chico misterioso seguía delante de ella. La araña y todo lo demás se había esfumado. Y seguía sin recordar su pasado.

—Ah, ya sé. ¿Cómo no he caído antes? Yo mismo te borré la memoria para que no me siguieras. Y por eso ahora no recuerdas nada. La verdad es que no te puedo dejar así. Ya me costó la vez anterior dejarte. Pero tiene que haber otra solución.

En ese momento, el chico misterioso inició un hechizo. Parecía un hechizo poderoso y corrientes de viento mágico se arremolinaban a su alrededor. Un fulgor iluminaba todo aquello. Y cuando hubo acabado le dijo:

—Te devuelvo tu vida.

Entonces, en ese momento, la Avariel lo recordó. Eran muchas cosas como para entenderlas de una vez, pero eran su vida.

Su madre Tamdaja, era el ser más bello que recordaba. Nació en un planeta en guerra contra un nigromante al que derrotó. Pero no pudo salvar a su madre. Era pequeña cuándo este nigromante la mató a traición. Por eso derrotó a su imperio. No se quedó a reconstruir la civilización. No soportaba el perderla a ella. Así que se fue en busca de lo que había traído a su madre a ese planeta en guerra, un hechizo viviente escapado de una biblioteca. Lo cogería y lo devolvería a Avarhûn. Pero no lo encontró. Viajó a docenas de planetas y encontró pistas de lo más sólidas. Pero cuándo estaba a punto, el hechizo se escapaba. Podía adoptar cualquier forma y la magia era algo natural para él.

Un día, cansada, cuándo se iba a rendir, un chico... Espera... ¡este mismo chico! Se prestó voluntario a ayudarla a atrapar al hechizo viviente. Y sus fuerzas volvieron. Se presentó como Espel. Y cuándo se cansaba era Espel el que la animaba a intentarlo una vez más.

Entre los dos creció una gran complicidad. Y se confesaron cosas que no imaginaron que iban a confesar jamás. Así fue como después de años de búsqueda, Espel le confesó a Téhilor que se había enamorado de ella y que por eso no quería huir de ella. Quería estar con ella a pesar de ser un hechizo. Y cuánto más estaba con ella y más se prolongaban las búsquedas, más quería permanecer a su lado. Pero Téhilor a pesar de corresponderle se dispuso a hacer un hechizo de cadenas mágicas. Entonces fue ahí cuándo Espel (o inspiración, que era como en verdad se llamaba el hechizo en lenguaje de Avarhûn) le borró la memoria a Téhilor.

Pero ella tenía preparado un hechizo trampa que saltara si alguna vez alguien le borraba la memoria. Y aquí estábamos otra vez. La situación se repetía. Aunque esta vez los árboles eran de colores chillones.

Pensó y siguió pensando. Y las lágrimas corrían por sus ojos. Muchos sentimientos concentrados. Y de repente, como en un arranque, Téhilor abrazó a Espel con todas sus fuerzas. Con este abrazo sentía oleadas de emociones. Pero también sentía tranquilidad. Sentía como los muros de su vigilia se derribaban y como ya podía descansar en paz habiendo cumplido el legado de su madre y a la vez encontrado el amor de su vida.


Criaturas: Avariel, setas gigantes, Duendes, Hadas, Fénix. Arañas Gigantes. Hechizos vivientes.
Lugares: Planeta Avarhûn.
Construcciones: Biblioteca de Nefuh.
Idiomas: Lenguaje de Avarhûn.
Individuos: Téhilor, Tamdaja, Inspiración ("Espel").
Conceptos reales: maxilípedos.


Nota I: Los encabezados "..." marcan el inicio de cada relato, escrito en diferentes retos de escritura.

  • 09/12/2017: Las palabras eran: infinito, chocolate, meteorito, espesor, portal, atardecer, blanco. Volver.
  • 27/09/2018: Fecha en la que completó el reto anterior Volver.
  • 29/09/2018: Las palabras eran: maullido, biblioteca, araña. Volver.
  • 28/09/2018: Histeria, tranquilidad, árboles. Volver.

Texto: Avengium.
Imagen I: Autor desconocido, modificada por Jakeukalane, con recursos de Shadow-of-Nemo. Recurso original aquí → Angel wings stock PNG.

©Avengium ©Hyposs Productions. ©Shadow-of-Nemo

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