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El Bestiario del Hypogripho Dorado

Las Aventuras de Téhilor II: la apoteosis de Téhilor y el nacimiento de Tahi-Lorr

Tahi-Lorr por Laura Saavedra
Imagen I: Tahi-Lorr, por Laura Saavedra.


Este artículo ha sido mejorado en la wiki


Texto original de Avengium.


Continuación de "Las aventuras de Téhilor I: Recordando la solución".


Cuando se fundió en ese abrazo con el hechizo viviente, Téhilor dejó de sentirse a sí misma como una persona y empezó a experimentar su presencia en distintos lugares, como distinta gente. Tan pronto era una criatura humanoide con gemas incrustadas en la piel como un rastro de viento consciente de sí mismo. Cuando empezaba a saborear el gusto de volar en sus alas plumíferas, su percepción cambiaba y era de repente un tritón que buceaba o una roca que se colaba por un resquicio o un pergamino que se desenrollaba.

Cuanto más permanecía en ese abrazo, más se disparaban sus emociones y más rápido cambiaba su percepción. A pesar de que aquél era el más cálido y maravilloso de los abrazos sintió ganas de gritar, de despegarse, de salir corriendo. La frecuencia con la que cambiaban sus percepciones se había vuelto enloquecedora y amenazaba con llevársela por delante. Tan junta como estaba del pecho del hechizo viviente, sintió su respiración a través de su cuerpo. Y eso la ayudó a cambiar el foco de atención. Ahora miles de percepciones la atravesaban como un cristal facetado. Tan pronto era un Unicornio como era una masa vegetal o una nebulosa viva en mitad del espacio.

De repente, sintió una explosión y un frío sobrecogedor y dejó de sentirse a sí misma.

No sentía donde estaba, no sabía quién era, pero sí recordó una cosa. Y recordó a su amado. A ese humanoide que resultó ser un concentrado de maná, un hechizo viviente. Esa cosa que tanto había estado buscando. Y supo que ya no estaba enfrente de ella. De repente, pequeñas voces empezaron a susurrar, era su voz, pero sonaba diferente, y estaba en distintos lugares. Fue aumentando hasta alcanzar un volumen normal, y era sobrecogedor. Podía oír todas esas voces y entenderlas. Sentía empatía por esas voces pero, aunque hubieran surgido de ella ahora sabía que esas voces no eran ella. Eran facetas de ella. Ella las había creado pero ahora eran seres independientes. Es lo que en un futuro sería llamado como "la Explosión de Vida".

Se miró las manos y se sorprendió, eran brillantes, semitransparentes y refulgían como una Vía Láctea.

Parecía asombroso, ella era ahora un ser sobrenatural. Sentía la magia en su Esencia. Ahora ella era magia viva. Pero no había perdido sus recuerdos. De hecho tenía millones de recuerdos. Todas esas criaturas estaban en su cabeza. Y aun así, podía pensar. Qué maravilloso diseño cuando millones de recuerdos no colapsaban su cerebro, sino que pasaban como las gotas que salpicaban al estar cerca de un río. Podía ver muchos ríos.

Ahora su existencia estaba llena de muchas cosas. Era fácil dejarse llevar y ser miles de cosas a la vez. Pero tenía que hacer algo. Tenía que encontrar a Inspiración.

¿Si ella era magia viva, dónde estaba Inspiración?, ¿se había disipado?, ¿se había consumido al formar este cuerpo?

Instintivamente había empezado a trazar en el aire el glifo de un hechizo de localización cuando oyó la voz de Inspiración en su cabeza. Estaba ahí.

—Estoy aquí, no me he ido. Ahora soy parte de ti.
—¿Y cómo podré abrazarte ahora si no te veo?
—Puedes hacer mucho más, Téhi. Este cuerpo es mucho más. Tienes habilidades que ni siquiera yo conocía. Pero lo estoy frenando todo. Lo estoy organizando todo para ti. Este torrente de información podría serte fatal. Podrías caer presa de la Energía de los Caballos Desbocados o de quien sabe qué.
—Puedo sentir qué dices la verdad y te lo agradezco mucho, pero, ¿cómo podré abrazarte? Y, ¿qué es eso nuevo que me espera?
—Puedes hacerlo en cualquier momento, pero mi mundo es el de lo arcano y lo sobrenatural y cada vez que sintonicemos tu percepción cambiará radicalmente. ¿Ves esa gema en tu mente? Tócala.

La nueva Téhilor tocó la gema con su imaginación y un aluvión de recuerdos y percepciones la sacudió. Ya no era un manso río sino una corriente bajo un aguacero invernal. Las percepciones venían y se iban, y con cada flash, un cambio de paradigma. Con cada transición sentía que se iba un poco de su cordura. Un resplandor; la gema volvía a estar lejos e Inspiración volvía a estar fuera de su alcance.

—Todo esto eres tú también ahora. Todas estas cosas, esta explosión de vida, te debe su existencia.
—¡Y qué si soy yo su creadora si no puedo soportarme a mí misma! No puedo organizar mis pensamientos ni controlar mis nuevos poderes. Eres tú el que hace que todo siga pareciendo racional y lógico. ¿Pero cómo va a ser lógico si tengo galaxias en mis brazos? Si estoy hecha de maná y floto por el espacio.
—Todo proceso requiere una adaptación y ahora estamos más juntos que nunca.

Y dicho esto Inspiración difundió un sentimiento cálido de amor que llenó kilómetros y kilómetros del espacio paradójico de Téhilor y que ella lo sintió de manera más intensa que cualquier otra emoción mortal que hubiera sentido en su anterior cuerpo.

Téhilor buceó en esa corriente de amor y vio un portal en su imaginación. Estaba flanqueado por dos Esfinges que le preguntaron qué quería. El sentimiento de amor manaba del otro lado.

—Quiero cruzar ese umbral —dijo.
—¿Y sabes el nombre verdadero? —dijeron las Esfinges.
—¿Qué nombre?
—Tu nombre. El nombre de poder.

Téhilor entendía que estaba dentro de su cabeza. Su yo nadando, el río, el portal, las Esfinges. Todo estaba dentro de ella y eran metáforas de su búsqueda de sentido. Se concentró y vio la gema de nuevo. Se parecía a algo que ella conjuró en Gemraid, la Sintogema. La tocó y las visiones volvieron raudas en vez de tranquilas.

En todas ellas era ella o una de sus criaturas. Y el lugar cambiaba. Un pantano, una marisma, una ciudad sumergida, un desierto, un valle, un volcán. Los seres que más la trastocaban eran los que eran paradójicos. Podía soportar ver la tierra o el mar, pero los lugares fractales la volvían loca. Y después estaban esos seres tentaculados y multiformes. ¿cómo podría ella tener algo que ver con tales seres? intentó controlar la dirección de está sucesión de percepciones y volver a los planetas.

Ver la sucesión día y noche y las estaciones la tranquilizó un poco. Aunque ya estaba al límite de sus fuerzas se dirigió hacia sus percepciones humanoides: Tay, Téhi, Catástrofe, Sparkly, Becky, Taytron, Karyn..., aún así había miles de ellas, en diferentes Planos y todas ellas desconocían la existencia de las demás.

—¡Todas no! —escuchó en su mente.
—¿Qué era eso?
—¡Aquí!

Téhilor centró su percepción en alguien muy parecido a como era ella ahora. Estaba en el espacio. Flotaba. Y no sabría decir si estaba desnuda o no, porque lo que veía no era exactamente piel. Esta otra Téhilor que tenía enfrente también parecía un trozo de espacio sideral. Las constelaciones llegaban desde su frente hasta la punta de sus talones. Y de vez en cuando se veía algún cometa. Ocasionalmente esta vista cambiaba y pasaba a ser otro cielo nocturno distinto. Y, en ocasiones, como emergiendo de un líquido, una piel plateada o dorada asomaba por entre las estrellas para volverse a sumergir.

—Téhilor, te estaba esperando —dijo la Téhilor espacial.
—¿Quién eres tú? —dijo Téhilor.
—Yo soy tú. Sabía que llegarías. Ahora podré por fin abrazar mis poderes.
—¿De qué poderes me hablas?
—¿No los sientes? La Música de las Esferas ¡Es tan bonita! Y sé que puedo tocarla. Pero aún no. Tienes que ser fuerte y confiar en ti. Todas estamos dentro de ti. Juntas podemos. Toma esto.

En las manos de esta Téhilor cósmica apareció una escultura dorada. Emitía destellos como si estuviera hecha de algo brillante. A veces se volvía transparente y parecía tener algo hecho de engarzzo 1  en su interior. Era un prisma estrellado tridecagonal y levitaba en su mano. Téhilor lo agarró y tuvo la sensación de ser transportada a un sueño dentro de un sueño.

Se despertó y veía a través de trece pares de ojos. Oía a través de trece pares de oídos. Esto parecía diferente a cuando sentía la vida de otros seres. Era más reposado y permanente. Y a la vez continuo y sincrónico. Eran trece Téhilors que habían sido aquí desde diferentes Planos.

—Pero, ¿dónde es aquí? —se oyó de seis de sus bocas.
—En Tahi-Lorr. Estamos en Tahi-Lorr —dijeron tres de ellas.
—Estamos en en TSlor y nosotras somos teselas de Tahi-Lorr.
—Somos Tahi-Lorr también —dijeron dos que no habían hablado antes.

La sensación era extraña. Era como si ella se contestara a sí misma. No sabía la pregunta, pero al momento ella misma se contestaba y pasaba a estar claro. Mientras sentía por el cuerpo y mente de estas trece Téhilors, el resto de sus percepciones pasaba a segundo plano. Pero a su vez, esta organización era mareante. Una de las trece Téhilors vomitó en el suelo de engarzzo. Se sentía muy mal. Y acto seguido las demás fueron a ayudarla. Una le trajo un pañuelo. Otra le trajo agua y el resto se acercaron para darle ánimos y abrazos. Ayudarse a sí misma la hacía sentirse bien.

—Estamos en el TSlor. Pensemos que nos hace falta. ¿necesitamos la Música de las Esferas?
—Sí. —La Téhilor cósmica fue la única que comentó.
—No es necesaria ahora. Lo que realmente necesitamos es el nombre verdadero. Y aquí lo tenemos. Es Tahi-Lorr. Ese es el nombre.
—¿Pero no era Meredith? —dijo otra.
—Yo pensaba que era Olivia.

Téhilor se volvía a sentir mal. Pero en vez de ceder, pronunció con aquella que antes había vomitado:

—"La Jinete de Gaticornio tiene razón. Desde que nos encontramos, el nombre verdadero es Tahi-Lorr. Gracias por vuestra ayuda. Un abrazo."

Y las trece Téhilors se abrazaron primero unas a otras y después de manera grupal. Mientras estaba sintiendo el calor y la satisfacción de este abrazo se despertó en el espacio. Tenía a su otro yo enfrente y vestía un vestido que parecía estar hecho de mediodía. El cielo era claro y fresco. Y se acordó de su madre. Tamdaja le había había hablado de Avarhûn y de cómo sus cielos eran claros. Miró a su otro yo y le dijo:

—Prepárate. En breve podrás disfrutar de la Música de las Esferas.

Y despertó.

Téhilor dejó de tocar el cristal flotante y el raudal de percepciones se ralentizó de nuevo. Las Esfinges la miraban.

—¿Sabes cuál es el nombre verdadero?
—Tahi-Lorr —dijo.
—Muy inteligente. Te has librado de nuestro juicio. Puedes pasar a través del portal.

Téhilor caminó hacia el portal y del otro lado vio un espacio paradójico. No estaba segura de si era un interior o un exterior pues aunque el sitio era inmenso, estaba ocluido por numerosas masas flotantes que se juntaban y disgregaban como en una lámpara de lava. No estaba segura de dónde venía la luz pero, todo estaba iluminado. Movió uno de sus brazos y una línea de luz se formó entre el punto de partida y el de destino. Movió su brazo más deprisa y más líneas se dibujaron. Se dio cuenta de que las masas flotantes se movían más cuando ella movía su brazo. Probó a mover los dos. Y el movimiento se aceleró. En poco tiempo se vio intentando organizar ese torbellino. Algo que no era nada fácil.

Téhilor se lo tomó como un reto. Y cuanto más empeño le ponía, más se parecían los movimientos a un baile. Coordinar las masas flotantes cada vez le hacía mover más partes del cuerpo, hasta que toda ella acabó desplazándose por ese espacio paradójico. Su baile producía múltiples haces de líneas brillantes. Y a cada paso se iba alejando un poco más de la entrada.

Ya involucrada por completo en esta danza, Téhilor parecía estar en mitad de un trance. Toda la masa a su alrededor se movía al ritmo de su baile, que asemejaba un ritual ancestral hindú. Y el ritmo de sus pasos daba vida a todo lo que se podía ver. Téhilor estaba disfrutando con esta danza. Se dejaba llevar por lo que sentía y su Esencia guiaba el movimiento de sus manos, brazos, codos, rodillas y pies en este baile cósmico.

Una cantidad de tiempo paradójica e indefinida pasó así, con Téhilor inmersa en esta danza infinita. Y este Plano de existencia que no se sabía si era un interior o un exterior tomó el aspecto de un firmamento. Y las masas, de planetas y otros cuerpos celestes en órbita. Giraban en torno a diferentes estrellas, y estas se encontraban repartidas por todo el volumen. La mayoría tenía un radio de unos tres metros, pero las había más pequeñas y más grandes. En todo el tiempo que estuvo dentro de este Plano, Téhilor no hizo amago de esquivar una de estas masas ni una sola vez. Ella simplemente seguía bailando. Y la danza la llevaba a otro sitio.

Pasado un tiempo de que las estrellas y los planetas se hubieran formado, se empezó a escuchar una música. Parecía que los astros emitían una nota y que entre todos se escuchaba una melodía. Pero a veces, esa nota se modulaba y no era siempre el mismo planeta el que emitía la misma nota. Unas veces parecía como si alguien pasara un dedo mojado por el canto superior de un vaso de vidrio y eso era lo que producía la música, mientras que otras parecía cuerda pulsada o percutida. Otras veces parecía metal soplado. Y en definitiva había una infinidad de tonalidades y motivos.

De súbito, Téhilor se paró. Deteniendo las órbitas de todos estos cuerpos celestes y dijo:

—Estas manifestaciones están animadas por el ritmo de mi danza. No son sino una apariencia de las cosas. Soy yo quien las anima. Ya es hora de que el Todo regrese al uno.

Y con un ritmo trepidante y amenazador, Téhilor empezó a bailar destejiendo la trama de hilos místicos que había esparcido por todo el lugar. A medida que iba destejiendo, los planetas se iban disgregando y lanzaban un punto brillante hacia Téhilor que se pegaba a ella como un rastro de purpurina o una diminuta lentejuela. A pesar del paso fuerte y atrevido de este segmento de la danza, Téhilor estaba alegre. Está descreación no era algo trágico sino una nueva etapa. A medida que bailaba, un río de purpurina la iba persiguiendo y pegándose a ella y al cabo de un tiempo, toda ella parecía hecha de purpurina y reflejos brillantes. Cuando el río de purpurina cesó, la danza de Téhilor también concluyó allí con una perfecta sincronía.

Permaneció parada una cantidad indeterminada de tiempo. Las masas flotantes volvían a parecer el interior de una lámpara de lava. Pero no la tocaron en ninguna ocasión. Pensaba. Asimilaba los conocimientos que había aprendido y la experiencia vivida. Y cuando terminó, se despertó.

FIN

*1: El engarzzo es un metal noble ligero y resistente. Debido a su estructura cristalina en sus yacimientos se pueden encontrar piezas con muchas filigranas y ribetes. Los artesanos y mecánicos usan esta propiedad del metal para dar valor estético a sus piezas. Volver.


Criaturas: hechizos vivientes, masas vegetales, Unicornios, Rajski Ptak. Horda Ilícida. Esfinges.
Espacios Planares: Todo. Planos. Planos Núcleo, Lugares fractales.
Lugares: Planeta Gemraid, Planeta Avarhûn.Fenómenos Planares: Hilos místicos.
Conceptos: Esencias, Esphúsica (Música de las Esferas): astronotas. Equilibrio Lib’nemes.
Acontecimientos: Explosión de Vida.
Objetos: Gema mental.
Substancias: maná, engarzzo, Sintogema, Energía de los Caballos Desbocados, hilos místicos.
Idiomas: escritura de glifos mágicos.
Organizaciones: TSlor.
Individuos: Téhilor, Tahi-Lorr, Inspiración, Tay, Téhi, Catástrofe, Sparkly, Becky, Taytron, Karyn, Meredith, Olivia, Jinete de Gaticornio. Tamdaja.
Conceptos reales: Maya.


Texto: Avengium.
Imagen I: Laura Saavedra (luullaby). Imagen original aquí → Funky Galaxy. Imagen en tamaño completo aquí → Tahi-Lorr.

©Avengium. ©Laura Saavedra

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