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El Bestiario del Hypogripho Dorado

Los Dragones de Azogue de Ariano

Los Dragones de Azogue de Ariano

Imagen I: Representación de un Dragón de Azogue de Ariano, por Wayne Douglas Barlowe.


Este artículo ha sido mejorado en la wiki


Texto de Jakeukalane basado en el libro Ala de Dragón de El Ciclo de la Puerta de la Muerte de Margaret Weis y Tracy Hickman. Contiene desvelaciones de trama.


0. Introducción.
1. El Dragón de Azogue de Sinistrad.
        1.1. El Viaje.
        1.2. Recuperación de la libertad.


0. Introducción

Los Dragones de Azogue 1  ("Silindistani" en lengua elfa) son Dragones procedentes del Mundo antes de la Separación y que habitan en Ariano.

Son bestias enormes, con la piel plateada y reluciente y un cuerpo delgado y sinuoso. Son veloces como el viento. Sus ojos son encarnados, encendidos y llameantes y su boca está armada de grandes colmillos blancos y de sus lenguas rezuma un ácido ardiente.

Carecen de alas, pero pueden volar sin ellas más deprisa que sus primos alados del Reino Medio, superando también a las mecánicas naves-dragón de los Elfos. Nerviosos e impredecibles, estos dragones, los más inteligentes de su especie, sólo pueden ser controlados por algunos de los magos humanos más poderosos, conocidos como misteriarcas (cualquier otro que lo intentase podía acabar perdiendo la razón). E, incluso así, el Dragón de Azogue aunque cumpla las órdenes y soporte ser usado como montura, sabe que está sometido a un hechizo y libra una constante batalla mental con el mago que lo ha encantado, obligándolo a mantenerse en guardia en todo instante.

Los Sartán y los Patryn que les planten cara deben de ser precavidos, pero no corren peligro mortal si se enfrentan siendo más de uno.

Haplo, un patryn, al encontrarse con uno de ellos los comparó con los Dragones Rojos del Laberinto 2.

Al volar flotan entre las nubes, cortando la niebla con su cola hasta convertirla en finos jirones que se esparcen hasta desvanecerse. Si su dueño los llama acuden veloces y esperan dando vueltas y vueltas en torno al lugar a donde han sido convocados, aguardando a su amo, al que odian.

Son Dragones que están siempre en perpetuo movimiento; en un momento dado, se enroscan hasta convertirse en gigantescas espirales cuya cabezas se alzan a una altura mayor que la de las más altas edificaciones y al momento siguiente, se desenrollan con la velocidad del rayo hasta rodear con su largos cuerpos grandes extensiones de terreno.

1. El Dragón de Azogue de Sinistrad

Sinistrad, un misteriarca de la Séptima Casa que vivía en el agonizante Reino Superior, tenía bajo su control a uno de estos inteligentísimos y peligrosos animales, al que llamó Gorgona.

Lo usaba para impresionar tanto a su propia gente (y especialmente al Consejo, que se plegaban reticentemente a sus intereses) como para atemorizar a cualquiera de los escasos visitantes que llegaran al Reino Superior desde el Reino Medio, atravesando el Firmamento. Así reforzaba su control del resto de misteriarcas, que temían su poder, sin necesidad de hacer periodicas exhibiciones de su destreza mágica, pues ningún otro mago humano había conseguido la hazaña de dominar a uno de estos Dragones.

Así pues, Sinistrad lo usaba como símbolo de su poder, más que como medio de desplazamiento: poseía la capacidad de la teletransportación mental, disolviendo su cuerpo y volviéndolo a formar cuando la mente llegaba a su destino. Así podía realizar trayectos larguísimos, como ir al Reino Medio de manera instantánea. Sin embargo, esa magia requería un gran esfuerzo y sólo impresionaba de verdad si había alguien presente para ver materializarse al mago, supuestamente de la nada.

Se dice que uno sólo de estos Dragones podía reemplazar a todo un ejército de guardias, manteniendo una fortaleza protegida sin necesidad de centinelas. Sin embargo, si ese mismo Dragón se libera de sus ataduras mágicas, puede matar a todos los que allí habiten. Por eso, algunos miembros del Consejo opinan que su captura fue un error.

1.1. El Viaje

Sinistrad usó el Dragón de Azogue para revisar los preparativos de Nueva Esperanza, la capital del Reino Superior. Esta ciudad había sido encantada mediante espejismos para aparentar que tenía un esplendor que hace tiempo había perdido. También lo usó para guiar a la nave mecánica elfa, la Carfa’shon, hasta su propio castillo, parecía flotar en una nube.

Los Elfos del Reino Medio de Ariano sienten un profundo desagrado y una gran desconfianza hacia los Dragones. La magia de los hechiceros elfos no puede controlarlos y la conciencia de que los humanos sí podían era como la punzada constante de una muela cariada en la boca de los elfos.

Por eso cuando los Elfos vieron aproximarse al velocísimo Dragón de Azogue como un río de plata entre los témpanos de hielo del Firmamento consideraron tener que combatir, al no ser posible la huida.

Pero Sinistrad abordó la nave e hizo que el Dragón les guiara hasta el Reino Superior, cruzando la cúpula mágica que lo envuelve.

Los Elfos se pusieron muy nerviosos e incómodos al tener que compartir trayecto con el Dragón de Azogue. Éste se giraba, se retorcía y serpenteaba con su largo cuerpo reluciente en torno a la nave, haciendo que los Elfos volviesen su cabeza constantemente para observar los movimientos de la criatura y saltasen de alarma cuando la testa del dragón surgía en un lugar que dos segundos antes estaba vacío.

El Dragón de Azogue se abría paso entre los témpanos de hielo moviéndose con inusual lentitud, pues Sinistrad retenía su marcha para que la esbelta nave elfa (tosca y torpe en comparación con él) pudiera seguirlos. Aquel avance calmoso irritaba al Dragón, al cual, además, le habría encantado engullir como cena a las criaturas de delicioso aroma que viajaban a bordo. Pero la bestia sabía que no debía desafiar a Sinistrad. Los dos habían librado numerosas batallas mágicas con anterioridad y el Dragón siempre había perdido, por lo que sentía hacia el hechicero una mezcla de odio y de rencoroso respeto.

Tanto el Dragón de Azogue, como las magníficas torres acabas en agujas de Nueva Esperanza eran un espectáculo dirigido a deslumbrar a Elfos, Humanos y al geg (enano del Reino Inferior de Ariano) que viajaban en la nave.

1.2. Recuperación de la libertad

Cuando el Dragón de Azogue se liberó del control de Sinistrad estaba al pie de los muros del castillo, enroscado en torno a él y calentándose al sol. Empezó a aullar de manera triunfal y un sonido grave y atronador hizo que las piedras del castillo se estremecieran hasta los cimientos, para después hacer que el castillo vibrara como si lo agitara una descomunal fuerza telúrica, derrumbando los muros exteriores.

Si Alfred y Haplo, un Sartán y un Patryn, no se lo hubieran impedido, el Dragón de Azogue, enloquecido, habría matado a todo ser viviente del castillo.

La plateada bestia se abalanzó sobre Haplo con la boca abierta pero este se quitó las vendas que cubrían sus brazos y dejó al descubierto las runas tatuadas para efectuar un hechizo de escudo, que hizo que las mandíbulas con los blancos colmillos del Dragón de Azogue se cerraran en el aire. El Dragón se retiró y contempló al Patryn con suspicacia. Los Dragones son seres inteligentes y cuando salen de un encantamiento reaccionan con furia y desconcierto. Su primer impulso es revolverse contra el mago que los ha hechizado pero, incluso enfurecidos, no atacan a la ligera. Los Dragones de Azogue suelen experimentar fuerzas mágicas de muchos tipos en su vida, pero ninguna como la de un Patryn. Aun sin saberlo, los Dragones de Azogue notan el poder que envuelve a un Patryn como un enorme escudo de metal. Si se hubiera tomado el tiempo necesario podría haber desenmarañado la magia del patryn y haberla hecho pedazos, un Dragón de Azogue de Ariano prefiere ir contra víctimas más débiles.

Esto lo diferencia de los Dragones Rojos del Laberinto que con un Patryn no hubieran tenido ni para empezar. Los Dragones del Laberinto son seres demenciales, con unos poderes tan grandes, que a su lado un Dragón de Azogue es un gusano.

El Dragón se dirigió entonces hacia la zona donde vivía Iridal, la esposa de Sinistrad y empezó a derrumbar metódicamente con sus garras los muros de piedra del castillo. Impulsada por la rabia y el ansia de la sangre que ya olfateaba a través de sus ollares, la bestia se daba prisa en abrir la brecha.

Fue Alfred quien, para evitar que Iridal fuese devorada, hechizó de nuevo al Dragón. La magia sartán es diferente de la magia patryn, puesto que usa canales distintos. Para controlar al Dragón de Azogue, Alfred se puso a bailar y cantar; formando los trazos de las runas con su cuerpo y pronunciándolas con su voz, para después potenciarlas con la mente.

El inicio del hechizo desconcertó al Dragón, que retrocedió momentáneamente. Al segundo, sin embargo, prosiguió con su ataque puesto que pensó que ya lo habían engañado así antes.

Pero cuando Alfred finalizó el hechizo el Dragón titubeó. La bestia ladeó ligeramente la cabeza, al compás de la voz de hombre. Las mandíbulas no se cerraron, sino que siguieron abiertas encima de su víctima. De pronto, los ojos del dragón se abrieron como platos y empezaron a mirar a su alrededor con aire de asombro. La bestia no parecía advertir su presencia. Sus ojos, miraban algo que sólo ellos podían ver y su enorme cabeza se balanceaba adelante y atrás como si escuchara un arrullo tranquilizador.

Alfred lo había encarcelado en su mente: el dragón creía que estaba de nuevo en su hogar, en su antigua casa; un mundo que sólo él podía recordar: veía la tierra abajo, el cielo arriba, el agua en el centro y el fuego del sol dando vida a todo ello. Así, mientras durase el hechizo (desde un día a un mes) la bestia no haría daño. En algún momento parpadearía y la ilusión se desvanecería y sus ojos sólo verían la destrucción que había causado. Según Alfred, tal vez para entonces se habrían apaciguado su cólera y su dolor.

*1: Azogue es una palabra en desuso para referirse al mercurio. En el original inglés la palabra empleada es "quicksilver", que también significa mercurio. Volver.
*2: En un diálogo con Alfred que es como sigue:

«—La bestia matará a todo ser viviente del castillo. Yo ya me he enfrentado a Dragones otras veces, pues son numerosos en el Laberinto. ¿Y tú?
—No, nunca. —Alfred miró al patryn y advirtió su acre sonrisa—. Seremos necesarios los dos para luchar contra esa bestia y emplear todos nuestros poderes».

Volver.


Criaturas: Dragones del Mundo antes de la Separación, Dragones Rojos del Laberinto, Dragones de Azogue de Ariano. Sartán, Patryn. Elfos del Reino Medio de Ariano. Gegs. Misteriarcas.
Espacios Planares: Mundo antes de la Separación. Mundos Separados: Ariano, Laberinto de los Mundos Separados.
Lugares: Reino Superior de Ariano, Reino Medio de Ariano.
Acontecimientos: Separación.
Idiomas: Lengua elfa de Ariano.
Individuos: Haplo. Sinistrad. Gorgona.


Nota I: Este artículo está elaborado a partir del libro "El Ala de Dragón", el volumen I de "El Ciclo de la Puerta de la Muerte (PDF)" de Margaret Weis y Tracy Hickman. Intenta ser lo más fiel posible a las descripciones originales, por lo que incluye fragmentos directos.


Texto: Jakeukalane.
Imagen I: Wayne Douglas Barlowe.

©Hyposs Productions. ©Wayne Douglas Barlowe

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