Imagen I: Los Muros de Hielo Eterno, por Autor desconocido.
Texto original de Nemo Starem, ganador del primer concurso de relato corto de "El Bestiario del Hypogripho Dorado". Ver notas.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 21: Me alegra pasar con Nurg por la aldea de Ksell una vez más, y me he llenado de júbilo al poder convencerle de que nos acompañe en la travesía, a pesar de que en su pueblo existe un fuerte tabú respecto a los muros glaciares que yacen en los límites del mundo conocido. Quisiera poder pensar con orgullo que lo hace con intención de protegerme, pero quizás esta ilusión es espuria.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 32: Nuestros guías locales no quisieron continuar la expedición y se retiraron, junto con la mayoría de nuestra tripulación. Sólamente Bryant, Ksell y Nurg aceptaron escalar los Muros de hielo eterno, esos que hasta ahora habían sido los límites de nuestro mundo. Los nativos cuentan que subiendo los muros sólamente hay un altiplano sin límites ni posibilidad de sobrevivir. Sin embargo, hemos visto pingüinos tirarse a pescar desde sus rompientes y cormoranes subiendo sus laderas. Pude convencer a mis compañeros de que mientras hubiera pingüinos y cormoranes que cazar, estaríamos asegurados en nuestra subsistencia. Un complejo sistema de poleas fue puesto en su lugar para subir los trineos y los perros desde nuestras embarcaciones. Les he dicho a los locales que pasaran a buscarnos en dos meses, cuatro meses y seis meses por si acaso, junto con una generosa suma y la promesa de mucho más si cumpliesen su palabra.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 37: Las descripciones nativas parecen haber sido casi exactas. El terreno parece estar hecho casi exclusivamente de nieve y hielo. Casi perdemos uno de los dos trineos cuando Nurg pasó por una parte quebradiza; la oscuridad adonde cayó el compacto de nieve era casi total. No había tierra o rocas hasta la profundidad que alcanzaba la vista. Allí perdimos dos perros de trineo. Aún sin embargo podemos cazar aves, y tenemos suministros de sobra para continuar.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 40: Al adentrarse más lejos del mar, el frío se vuelve más seco pero también más crudo. Hemos sido precavidos en traer suministros de aceites, grasas y gruesos abrigos de pieles. Bryant en especial lleva su propia grasa como una capa protectora innegable. Mi propia ciudad natal, más cerca del centro del mundo que de sus límites, es considerada increíblemente fría; y sin embargo ni siquiera yo sentí ventiscas como estas, que parecen congelar tu superficie al instante en cuanto llegan a tocar tu piel.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 44: Ksell parece haber desarrollado un miedo abrumador de continuar. Su cultura habla de profecías antiguas donde los que mueren más allá del fin del mundo encuentran sus almas atrapadas para siempre, incapaces de regresar a la tierra descongelada. Tomamos estas como las palabras ignorantes de un pueblo primitivo. Afortunadamente Nurg, otro remanente del mundo no ilustrado, es incapaz de entender su idioma, o temeríamos que cayera en esta superstición.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 53: Nurg se queja de que nuestra nutrición está menguando. Bryant parece nervioso sobre el futuro. Avistamos un pingüino a lo lejos, y nos dirigimos hacia allá. El nuevo rumbo al menos pudo distraernos de una exploración despiadada y hasta ahora con pocos frutos.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 61: Se han acabado los avistamientos de cormoranes hace tiempo, pero encontramos una megacolonia de pingüinos como jamás habíamos visto antes. Nosotros y los perros comimos abundamentemente. Para beber usamos la nieve, calentada sobre los cuerpos aún tibios de nuestras víctimas. Apropiadamente, los cuerpos de estas criaturas son ricos en grasas y, por lo tanto, en energías. Debido a esta feliz circunstancia y el prestigio que nos acordará en los anales de los naturalistas, pude convencer provisoriamente a Bryant y Nurg de continuar, ya que nuestra búsqueda está asegurada a dos e incluso cuatro meses más; podemos hacer el doble de distancia. Ksell no puede regresar sola, aunque su pánico es evidente.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 72: Los descubrimientos que estamos realizando son de enorme valor científico. El cielo se ha vuelto un perpetuo gris uniforme. No hay día ni noche. La uniformidad del paisaje se vuelve notable. ¿Será posible que este sea realmente el fin del mundo? Los llamados para regresar se incrementan, pero si ya hemos logrado averiguar todo esto, me es imposible abandonar sin saber qué habrá más allá.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 81: Ha acontecido un suceso desafortunado. Grandes nevadas cubrieron nuestras huellas anteriores. Esto no hubiera sido de ninguna importancia de no ser por la confusión presente en nuestras brújulas y el entorno, único e indiferente en todas las direcciones. Especularía que muy por debajo del hielo todavía hay sustratos terrestres como lo vimos al escalar, y que rocas magnéticas son la causa del cese de funciones de nuestros instrumentos. El Sol está completamente ausente, así como la luna y las estrellas, cubiertas por un perpetuo manto gris en el firmamento. Intentamos volver, pero cualquier direccionalidad es pura adivinación.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 83: La desesperación de mi compañera Ksell es más que obvia y ya no puedo hacer más para consolarla. Su estado es de una continua neurosis. Está convencida de que morir más allá del muro es una condena no sólo por su vida, si no por la eternidad. He intentado consolarla con todo mi cariño como en las viejas épocas, más ha sido en vano. Espero que mi esposa no lea esto. Tendré oportunidades de destruirlo antes de volver a casa.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 85: ¿A quién quiero engañar? No vamos a volver a casa. Hoy dos de nuestros perros colapsaron de hambre y de frío, en adición al trabajo que les imponemos en nuestra desesperación. Hace semanas que no vemos más pingüinos, ni ninguna otra forma de vida. Es sólo cuestión de tiempo que el resto caigan, aún cuando he ordenado aminorar la marcha. Ya no me siento en control de la expedición.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 91: De los mayores logros en los anales de la historia humanas se pasa a una lucha por sobrevivir. Así de fina es la línea que separa a los héroes de los imbéciles. Al parecer seré recordado como uno de los segundos, si es que soy recordado en absoluto. Hoy Nurg escapó con Ksell en uno de los trineos, llevándose las últimas provisiones, convencido de que estábamos yendo en la dirección incorrecta desde la tormenta. El hecho es que, si ese fuera el caso, lo que se llevaron ya no alcanzaría para regresar, ni siquiera comiendo todos los animales. No podemos seguirlos. Los que nos quedan con Bryant ya están muy enfermos para seguir, y lo consideramos un fin más humano que intentar hacerlos correr por más tiempo.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 103: Bryant dice ver cosas que se mueven entre las nubes. Aduzco que esto se trata de la exhaución de la travesía. Afortunadamente, no llegamos aún al hambre. La carne que tenemos fue preservada muy bien por el frío; debería durar al menos una o dos semanas más.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 111: En otra catastrófica tormenta de nieve, Bryant ha desaparecido sin dejar rastros. Enterrado por las nieves o perdido, nunca pude encontrar su cuerpo. Me encuentro a mí mismo llorando no sólamente a un amigo, sino a una importante fuente potencial de alimentación. La supervivencia nos convierte en bestias.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 117: A falta de amaneceres o atardeceres y ya sin funcionar los mecanismos averiados de mi reloj, he recurrido a marcar los días meramente por cuando me duermo en la tienda y me despierto luego de dormir. Pero esta longitud indeterminada me inquieta. Solamente el sueño y el hambre serán guías del tiempo de ahora en más.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 121: No sé si el hambre me está jugando una mala pasada, pero Bryant tenía razón. Hay formas que sutilmente se desplazan entre las nubes. También he visto destellos blancos ascender desde las fosas infinitas, cuando estaba lejos. La uniformidad del paisaje ha dado lugar a una serie de grietas congeladas sin fondo donde la luz no penetra del todo. Ahora sé que he estado caminando en una dirección distinta a de donde provenimos, pero ya nada importa, porque no podría regresar. Mi única esperanza es encontrar algo diferente si sigo adelante.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 124: Esto es fascinante. Las formas en las nubes eran una especie de Narvales Voladores, que se precipitan hasta las fosas para cazar peces alados que ascienden desde allí a los cielos. Presumo que hay alguna clase de mares o lagunas al fondo de las fosas, aunque comprobarlo es imposible. Si pudiera volver, este sería el hallazgo de un ecosistema enteramente desconocido. Ahora, si pudiera explotarlo de algún modo...
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 128: Luego de muchos intentos, he logrado cazar un Narval con mi arpón. Casi caigo a la fosa; afortunadamente tuve la idea de anclar el arpón en la nieve y hielo para impedir ser arrastrado por el peso de mi presa si cayese al vacío. Afortunadamente su cuerpo contiene una clase de aceite combustible, que puedo usar para cocinar parte de su carne y grasa, así como derretir nieve para beber.
Diario de Mark Gwynnenfeld, día 134: Finalmente he admitido mi pérdida de toda noción de dirección. Las grietas se extienden ante mí en todas las direcciones y ya no hay distinción entre ir y volver. Solamente puedo "continuar".
Día 156: He confeccionado una red para peces voladores abisales con las cuerdas que rescaté cuando Bryant y yo tuvimos que abandonar el trineo. Ocasionalmente puedo atrapar algunos cuando ascienden. A pesar de su pequeño tamaño, las alas los hacen una presa relativamente fácil a la red. Su carne es más tierna que la de los Narvales Flotantes, y bastante parecida a la de peces y aves del mundo descongelado.
Día 181: Me preguntaba si seguía realmente vivo, si esto es realmente parte del mundo o producto de mi imaginación al morir o incluso el limbo. Hoy encontré un puente de piedra en un abismo de otra manera infranqueable, más amplio que ninguno hasta ahora. Las características del puente eran megalíticas, fácilmente suficientes para pasar un ejército y no un hombre. La piedra gris estaba tallada con enormes glifos desconocidos. Bryant debería haber visto esto. O quizás Nurg conociese a este pueblo de algún modo. Aunque este diario ya no tiene ningún propósito más que no volverme del todo loco si es que ya no lo estoy, anotaré algunos de los símbolos encontrados.
Día 206: El aceite de Beluga Voladora, otra especie que encontré en esta blanca eternidad, es un buen sustituto para la tinta. De no ser por él, no podría continuar mi diario. No he vuelto a encontrar otras estructuras que parezcan hechas por mano de hombre —o de algo como hombres—, pero sí rocas desperdigadas como si fueran parte en el pasado de algún puente como el que pasé, claramente talladas y algunas de ellas escritas con glifos similares, claramente muy grandes como para ser de simple lectura y seguramente con carácter ritual.
Día 251: Contemplé seriamente arrojarme a una de las grietas y terminar con mi existencia sin sentido, pero siento como si una fuerza misteriosa me rechazase de lanzarme al vacío. Como si ni siquiera fuera posible. ¿Tal vez mi instinto de explorador? No, hay algo más... no, no puede haberlo.
Día 272: Mi cordura está mucho menos que garantizada. Observé nada menos que un esqueleto titánico caminando en las nieves. Me pareció inmóvil al comienzo a pesar de su postura de caminante, pero con observación detenida noté que sí se movía, aunque con una lentitud que lo hacía casi imperceptible al ojo humano. Atónito, sin embargo por alguna razón se me ocurrió pensar qué haría allí y si era un ser sintiente. Para mi shock escuché una voz mientras veía su mandíbula moverse, diciendo sólamente con una voz sepulcral: "ESPERO". Corrí aterrorizado lo más que pude hasta que las nieves, los hielos y la neblina lo cubrieron de mi vista. Ahora me pregunto si todo eso habrá sido una alucinación o un sueño.
Imagen II: Un Siempreesperante Titánico, por Christian Bravery.
Día 316: La geografía se deforma lentamente. Además de abismos de hielo, hay montañas de hielo tan altas como cualquier monte de tierra y roca. Aves delicadísimas, como si hechas de nieve cristalizada, habitan asépticamente en sus cimas y laderas. Jamás pude acercarme mucho a una, y mucho menos atraparlas. Usé una bala una vez contra una, y pareció hacerse pedazos como un vidrio de hielo al impacto. Afortunadamente mis técnicas de caza del resto de la fauna siguen vigentes.
Día 371: Ha pasado ya más de un año desde que inicié mi expedición a los límites del mundo. Desde ese momento lo perdí todo. Pero hasta hoy no era consciente del punto de que me perdí a mí mismo. Por casualidad hoy resbalé y vi mi rostro en un trozo de hielo en el suelo. Sólamente que prácticamente no había rostro que ver. A pesar de que voy casi completamente cubierto, el frío había hecho estragos en la piel de mi cara, la parte más expuesta de mi superficie, aún usando antiparras, bufandas y capuchas. Mucha se había cado, en otra se veían evidentes signos de necrosis. Se me ocurrió sacarme los guantes un momento, y observé que mis manos estaban en similar estado. No me saqué el resto de la ropa porque probablemente significaría morir de hipotermia, inclusive si lo hacía dentro de mi agujereada tienda.
Día cuatrocientos noventa y algo (creo): Leo que he escrito sobre la hipotermia. Sin embargo, la verdad es que ya casi no siento nada en el cuerpo. Pero sigo mi travesía. Quizás haya otros mundos. Quizás pueda dar una vuelta al mundo, y salir del otro lado, si es redondo como consideran algunos de nuestros mejores naturalistas. Por otro lado no es imposible que vuelva a ver a Ksell. Ella pudo haber sobrevivido como yo. Incluso Bryant. Hasta me alegraría ver a Nurg. Soy más que consciente de la improbabilidad que pesa sobre estos postulados. Sin embargo, en la eternidad, todos los sucesos posibles son necesarios.
Día XXXX(?): Resulta inevitable admitir que he perdido la cuenta del tiempo y este ya no significa nada para mí. Muevo mis pies cansados con resignación a través del paisaje helado. He visto otro esqueleto gigante en una ladera, sin embargo no me ha causado choque ni interés, sólamente lástima. Una enorme espada estaba clavada en medio de su pecho. Sin ninguna razón más que mi propio estado de ánimo, supuse que habría sido un enorme ser humanoide que recurrió al suicidio. A pesar de esto, yo no tengo verdaderas razones para hacerlo. Me produce demasiada indiferencia vivir o morir; no siento motivación por una ni la otra. Solamente puedo continuar, esperando encontrar algo que redima mi existencia.
Imagen III: Siempreesperante Titánico posiblemente suicidado, por Jinho Bae, modificada por Nemo Starem.
Día ¿¿??: Siento mi propio ser como algo pesado, una realidad colosal que arrastro a través de las nieves. Senta un perpetuo frío en los huesos, y al remover mis guantes encontré que sólo eso restaba debajo de ellos. No me horroricé ante esto sino que lo acepté como algo natural. Me deshice del estorbo que eran las ropas. De cualquier modo hace tiempo he dejado de comer y dormir; sólamente sigo caminando sin cesar mientras la uniformidad del paisaje muta y cambia de manera cíclica y casi imperceptible.
Día ¿¿¿???: Ksell... tenía razón.
Día ¿¿¿¿????: Tal vez en algún momento algo ocurra. Algo que me libere de este peso. Algo que haga que estos enormes huesos cansados encuentren un sentido.
¿Día?: ESPERO.
Criaturas: Siempreesperantes, Siempreesperantes Titánicos. Peces voladores abisales, Narvales Voladores, Belugas Voladoras, Aves de hielo.
Construcciones: Muros de Hielo Eterno, Alymkar.
Idiomas: Glifos desconocidos.
Individuos: Mark Gwynnenfeld, Bryan, Nurg, Ksell.
Nota I: Ganador del primer concurso de "El Bestiario del Hypogripho Dorado en su modalidad de relato corto.
Nota II: Está parcialmente inspirado en el artículo "Los Siempreesperantes" de Jakeukalane y la poesía "(des)Esperar" de Nemo Starem.
Texto: Nemo Starem.
Imagen I: Autor desconocido. Imagen en tamaño completo aquí → Los Muros de Hielo Eterno.
Imagen II: Christian Bravery (TheBrave). Imagen original aquí → Undead Giant. Imagen en tamaño completo aquí → Siempreesperante Titánico.
Imagen III: Jinho Bae, modificada por Nemo Starem. Imagen original aquí → Fallen Titan. Imagen en tamaño completo aquí → Fallen Titan (imagen). Imagen modificada en tamaño completo aquí → Siempreesperante titánico posiblemente suicidado.
©Nemo Starem ©Christian Bravery ©Jinho Bae