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El Bestiario del Hypogripho Dorado

Relatos

El Rector de los Destinos


Imagen I: El Pulpo Complutense destruyendo un Oráculo antiguo.


Texto original de Jakeukalane. Ver notas.


En el principio eran las aguas pantanosas a. El Rector de los Destinos 1  decidió asentarse allí, "Donde las piedras eran blancas"2  y construir centros ceremoniales para el culto 3. Pero el Pulpo Complutense 4  también codiciaba la región y tuvo lugar una lucha terrible.

El Rector de los Destinos, para poder vencer al Pulpo Complutense, decidió cortarse un brazo que, al caer en el pantano, se convirtió en un camino de hierro 5  y así la Humanidad pudo llegar y adorarle. Con los tentáculos del derrotado Pulpo Complutense el Rector de los Destinos formó los diferentes Templos 6.

El Rector de los Destinos reunió su gran sabiduría y sus consignas en los Oráculos 7, algunos en el interior de los Templos y otros (los Grandes Oráculos) como lugares independientes. Puso a cada uno de sus hijos (nacidos mediante partenogénesis)b como Sumos Sacerdotes 8  de los Templos. Estos, peleados por la cantidad de esclavos-humanos 9  que les correspondían y también por las Ofrendas 10, se enfrentaron entre sí en una sangrienta guerra civil divina. Los ríos de sangre, al solidificarse, formaron las carreteras que permitieron que el lugar “donde las piedras eran blancas” se conectara con el resto del mundo. El Rector no intervino, puesto que las peleas entre los Templos aumentaron la afluencia de esclavos-humanos.

Los esclavos-humanos se ven oprimidos por el Rector de los Destinos, por los Sumos Sacerdotes y por los Sacerdotes 11  al tener que realizar repetidamente largos, complejos e interminables Ritos 12. Para poder elaborar los Ritos es obligatorio ofrecer primero una Ofrenda 13  que se repartirá entre la divinidad y los sacerdotes. Los Ritos son imprescindibles para lograr la Recompensa 14, aunque algunos esclavos-humanos ancianos cuentan relatos increíbles sobre los tiempos antiguos en los que la asistencia a ellos no era obligada y las Ofrendas y Rituales para conseguir la Recompensa podían ser realizados más allá del Brazo del Rector 15.

Los esclavos-humanos sueñan con la Recompensa y la Iluminación 16, c  pero a los sacerdotes les gusta aplicar el Castigo 17, por lo que los esclavos-humanos entran en un Ciclo de Reencarnaciones 18  para que sigan ofreciendo Ofrendas indefinidamente.

Los esclavos-humanos se reúnen periódicamente 19  y discuten métodos sobre cómo alcanzar la Iluminación, mucho más importante para ellos que la Recompensa. Sin embargo, el Rector de los Destinos y los Sumos Sacerdotes ven con malos ojos que se pueda producir la Iluminación sin pasar por el Ciclo de Reencarnaciones por lo que establecieron normas para limitar que los Iluminados 20  difundieran sus conocimientos 21, sobre todo a los esclavos-humanos que se dedicaban al cuidado de llamas, alpacas u otros artiodáctilos 22.

Cada cuatro años los esclavos-humanos se rebelan contra el Sumo Sacerdote de su Templo y otro nuevo descendiente del Rector de los Destinos ocupa su lugar 23. El Rector de los Destinos es inmutable pero la tierra necesita un renacimiento por lo que cada cierto tiempo al Rector de los Destinos le surge un nuevo rostro 24  que será el adorado por una nueva generación de esclavos-humanos.

*a: Inicio habitual de diversas cosmogonías. Sin embargo, los terrenos de la Universidad Autónoma de Madrid realmente eran parte de una zona pantanosa que fue desecada. Volver.
*b: Habitual en las cosmogonías indoeuropeas como la griega o la hitita (y en otras). Volver.
*c: Alusión a creencias budistas: un ciclo de reencarnaciones se interrumpe gracias a la Iluminación, esto es la renuncia a la vida material. Volver.

*1: Rector de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Volver.
*2: Cantoblanco, esto es el Campus de la UAM. Volver.
*3: Las facultades. Volver.
*4: (Rector/a de) Universidad Complutense de Madrid. Volver.
*5: Estación de Cercanías Cantoblanco-Universidad y red de Cercanías. Volver.
*6: Las facultades. Volver.
*7: Las bibliotecas. Las bibliotecas del Campus de Cantoblanco pueden estar dentro de las facultades (como la de Educación o la de Informática) o en edificios independientes (como la de Humanidades o la de Ciencias). Volver.
*8: Los decanos. Volver.
*9: Los alumnos. Volver.
*10: La matrícula. Volver.
*11: Los profesores. Volver.
*12: Las clases. Volver.
*13: Nuevamente, el dinero de la matrícula. Volver.
*14: El aprobado. Volver.
*15: La asistencia a las clases no era obligatoria cuando las carreras eran licenciaturas, anteriormente al Plan Bolonia. El Brazo del Rector es la red de Cercanías, como ya se ha dicho anteriormente. Volver.
*16: La obtención real de conocimiento, muy diferente al aprobado. Volver.
*17: El suspenso. Volver.
*18: Repetir curso. Volver.
*19: Asociaciones de alumnos. Volver.
*20: Alumnos que han conseguido aprender más allá de lo exigido en las clases. Volver.
*21: Censurado para evitar problemas. Volver.
*22: Íbid. Volver.
*23: Elecciones a decano. Volver.
*24: Elecciones a rector. Volver.


Criaturas: Rector de los Destinos, Pulpo Computlense: Humanidad: Esclavos-humanos.
Espacios Planares: Donde las piedras eran blancas.
Fenómenos Planares:
Conceptos: Ritos, Ofrendas, Recompensas, Castigos, Ciclo de Reencarnaciones, Iluminados.
Fenómenos: Iluminación.
Construcciones: Templos, Grandes Oráculos, Oráculos, Brazo del Rector (camino de hierro).
Individuos: Sumos sacerdotes, Sacerdotes.
Lugares reales: Cantoblanco.
Conceptos reales
: partenogénesis, artiodáctilos, Plan Bolonia.
Organizaciones reales: Universidad Complutense, Universidad Autónoma de Madrid. Organizaciones de alumnos.
Construcciones reales: Facultades. Bibliotecas: Biblioteca de Educación, Biblioteca de Informática, Biblioteca de Humanidades, Biblioteca de Ciencias. Estación de Cercanías Cantoblanco-Universidad. Red de Cercanías de la Comunidad de Madrid. Carreteras.
Individuos reales: Rector/a de la Universidad Autónoma de Madrid, Rector/a de la Universidad Complutense. Decanos. Profesores. Alumnos.


Nota I: Redactado en un taller de creación de cosmogonías. Teníamos que crear una cosmogonía que explicase el nacimiento de la UAM. Participaron otras tres personas añadiendo detalles.
Nota II: Esto es un texto satírico, no se pretende ofender a ninguna entidad o persona.


Texto: Jakeukalane.

©Hyposs Productions.

La Eternidad Blanca

La Eternidad Blanca

Imagen I: Los Muros de Hielo Eterno, por Autor desconocido.


Texto original de Nemo Starem, ganador del primer concurso de relato corto de "El Bestiario del Hypogripho Dorado". Ver notas.


Diario de Mark Gwynnenfeld, día 21: Me alegra pasar con Nurg por la aldea de Ksell una vez más, y me he llenado de júbilo al poder convencerle de que nos acompañe en la travesía, a pesar de que en su pueblo existe un fuerte tabú respecto a los muros glaciares que yacen en los límites del mundo conocido. Quisiera poder pensar con orgullo que lo hace con intención de protegerme, pero quizás esta ilusión es espuria.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 32: Nuestros guías locales no quisieron continuar la expedición y se retiraron, junto con la mayoría de nuestra tripulación. Sólamente Bryant, Ksell y Nurg aceptaron escalar los Muros de hielo eterno, esos que hasta ahora habían sido los límites de nuestro mundo. Los nativos cuentan que subiendo los muros sólamente hay un altiplano sin límites ni posibilidad de sobrevivir. Sin embargo, hemos visto pingüinos tirarse a pescar desde sus rompientes y cormoranes subiendo sus laderas. Pude convencer a mis compañeros de que mientras hubiera pingüinos y cormoranes que cazar, estaríamos asegurados en nuestra subsistencia. Un complejo sistema de poleas fue puesto en su lugar para subir los trineos y los perros desde nuestras embarcaciones. Les he dicho a los locales que pasaran a buscarnos en dos meses, cuatro meses y seis meses por si acaso, junto con una generosa suma y la promesa de mucho más si cumpliesen su palabra.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 37: Las descripciones nativas parecen haber sido casi exactas. El terreno parece estar hecho casi exclusivamente de nieve y hielo. Casi perdemos uno de los dos trineos cuando Nurg pasó por una parte quebradiza; la oscuridad adonde cayó el compacto de nieve era casi total. No había tierra o rocas hasta la profundidad que alcanzaba la vista. Allí perdimos dos perros de trineo. Aún sin embargo podemos cazar aves, y tenemos suministros de sobra para continuar.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 40: Al adentrarse más lejos del mar, el frío se vuelve más seco pero también más crudo. Hemos sido precavidos en traer suministros de aceites, grasas y gruesos abrigos de pieles. Bryant en especial lleva su propia grasa como una capa protectora innegable. Mi propia ciudad natal, más cerca del centro del mundo que de sus límites, es considerada increíblemente fría; y sin embargo ni siquiera yo sentí ventiscas como estas, que parecen congelar tu superficie al instante en cuanto llegan a tocar tu piel.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 44: Ksell parece haber desarrollado un miedo abrumador de continuar. Su cultura habla de profecías antiguas donde los que mueren más allá del fin del mundo encuentran sus almas atrapadas para siempre, incapaces de regresar a la tierra descongelada. Tomamos estas como las palabras ignorantes de un pueblo primitivo. Afortunadamente Nurg, otro remanente del mundo no ilustrado, es incapaz de entender su idioma, o temeríamos que cayera en esta superstición.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 53: Nurg se queja de que nuestra nutrición está menguando. Bryant parece nervioso sobre el futuro. Avistamos un pingüino a lo lejos, y nos dirigimos hacia allá. El nuevo rumbo al menos pudo distraernos de una exploración despiadada y hasta ahora con pocos frutos.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 61: Se han acabado los avistamientos de cormoranes hace tiempo, pero encontramos una megacolonia de pingüinos como jamás habíamos visto antes. Nosotros y los perros comimos abundamentemente. Para beber usamos la nieve, calentada sobre los cuerpos aún tibios de nuestras víctimas. Apropiadamente, los cuerpos de estas criaturas son ricos en grasas y, por lo tanto, en energías. Debido a esta feliz circunstancia y el prestigio que nos acordará en los anales de los naturalistas, pude convencer provisoriamente a Bryant y Nurg de continuar, ya que nuestra búsqueda está asegurada a dos e incluso cuatro meses más; podemos hacer el doble de distancia. Ksell no puede regresar sola, aunque su pánico es evidente.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 72: Los descubrimientos que estamos realizando son de enorme valor científico. El cielo se ha vuelto un perpetuo gris uniforme. No hay día ni noche. La uniformidad del paisaje se vuelve notable. ¿Será posible que este sea realmente el fin del mundo? Los llamados para regresar se incrementan, pero si ya hemos logrado averiguar todo esto, me es imposible abandonar sin saber qué habrá más allá.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 81: Ha acontecido un suceso desafortunado. Grandes nevadas cubrieron nuestras huellas anteriores. Esto no hubiera sido de ninguna importancia de no ser por la confusión presente en nuestras brújulas y el entorno, único e indiferente en todas las direcciones. Especularía que muy por debajo del hielo todavía hay sustratos terrestres como lo vimos al escalar, y que rocas magnéticas son la causa del cese de funciones de nuestros instrumentos. El Sol está completamente ausente, así como la luna y las estrellas, cubiertas por un perpetuo manto gris en el firmamento. Intentamos volver, pero cualquier direccionalidad es pura adivinación.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 83: La desesperación de mi compañera Ksell es más que obvia y ya no puedo hacer más para consolarla. Su estado es de una continua neurosis. Está convencida de que morir más allá del muro es una condena no sólo por su vida, si no por la eternidad. He intentado consolarla con todo mi cariño como en las viejas épocas, más ha sido en vano. Espero que mi esposa no lea esto. Tendré oportunidades de destruirlo antes de volver a casa.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 85: ¿A quién quiero engañar? No vamos a volver a casa. Hoy dos de nuestros perros colapsaron de hambre y de frío, en adición al trabajo que les imponemos en nuestra desesperación. Hace semanas que no vemos más pingüinos, ni ninguna otra forma de vida. Es sólo cuestión de tiempo que el resto caigan, aún cuando he ordenado aminorar la marcha. Ya no me siento en control de la expedición.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 91: De los mayores logros en los anales de la historia humanas se pasa a una lucha por sobrevivir. Así de fina es la línea que separa a los héroes de los imbéciles. Al parecer seré recordado como uno de los segundos, si es que soy recordado en absoluto. Hoy Nurg escapó con Ksell en uno de los trineos, llevándose las últimas provisiones, convencido de que estábamos yendo en la dirección incorrecta desde la tormenta. El hecho es que, si ese fuera el caso, lo que se llevaron ya no alcanzaría para regresar, ni siquiera comiendo todos los animales. No podemos seguirlos. Los que nos quedan con Bryant ya están muy enfermos para seguir, y lo consideramos un fin más humano que intentar hacerlos correr por más tiempo.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 103: Bryant dice ver cosas que se mueven entre las nubes. Aduzco que esto se trata de la exhaución de la travesía. Afortunadamente, no llegamos aún al hambre. La carne que tenemos fue preservada muy bien por el frío; debería durar al menos una o dos semanas más.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 111: En otra catastrófica tormenta de nieve, Bryant ha desaparecido sin dejar rastros. Enterrado por las nieves o perdido, nunca pude encontrar su cuerpo. Me encuentro a mí mismo llorando no sólamente a un amigo, sino a una importante fuente potencial de alimentación. La supervivencia nos convierte en bestias.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 117: A falta de amaneceres o atardeceres y ya sin funcionar los mecanismos averiados de mi reloj, he recurrido a marcar los días meramente por cuando me duermo en la tienda y me despierto luego de dormir. Pero esta longitud indeterminada me inquieta. Solamente el sueño y el hambre serán guías del tiempo de ahora en más.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 121: No sé si el hambre me está jugando una mala pasada, pero Bryant tenía razón. Hay formas que sutilmente se desplazan entre las nubes. También he visto destellos blancos ascender desde las fosas infinitas, cuando estaba lejos. La uniformidad del paisaje ha dado lugar a una serie de grietas congeladas sin fondo donde la luz no penetra del todo. Ahora sé que he estado caminando en una dirección distinta a de donde provenimos, pero ya nada importa, porque no podría regresar. Mi única esperanza es encontrar algo diferente si sigo adelante.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 124: Esto es fascinante. Las formas en las nubes eran una especie de Narvales Voladores, que se precipitan hasta las fosas para cazar peces alados que ascienden desde allí a los cielos. Presumo que hay alguna clase de mares o lagunas al fondo de las fosas, aunque comprobarlo es imposible. Si pudiera volver, este sería el hallazgo de un ecosistema enteramente desconocido. Ahora, si pudiera explotarlo de algún modo...

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 128: Luego de muchos intentos, he logrado cazar un Narval con mi arpón. Casi caigo a la fosa; afortunadamente tuve la idea de anclar el arpón en la nieve y hielo para impedir ser arrastrado por el peso de mi presa si cayese al vacío. Afortunadamente su cuerpo contiene una clase de aceite combustible, que puedo usar para cocinar parte de su carne y grasa, así como derretir nieve para beber.

Diario de Mark Gwynnenfeld, día 134: Finalmente he admitido mi pérdida de toda noción de dirección. Las grietas se extienden ante mí en todas las direcciones y ya no hay distinción entre ir y volver. Solamente puedo "continuar".

Día 156: He confeccionado una red para peces voladores abisales con las cuerdas que rescaté cuando Bryant y yo tuvimos que abandonar el trineo. Ocasionalmente puedo atrapar algunos cuando ascienden. A pesar de su pequeño tamaño, las alas los hacen una presa relativamente fácil a la red. Su carne es más tierna que la de los Narvales Flotantes, y bastante parecida a la de peces y aves del mundo descongelado.

Día 181: Me preguntaba si seguía realmente vivo, si esto es realmente parte del mundo o producto de mi imaginación al morir o incluso el limbo. Hoy encontré un puente de piedra en un abismo de otra manera infranqueable, más amplio que ninguno hasta ahora. Las características del puente eran megalíticas, fácilmente suficientes para pasar un ejército y no un hombre. La piedra gris estaba tallada con enormes glifos desconocidos. Bryant debería haber visto esto. O quizás Nurg conociese a este pueblo de algún modo. Aunque este diario ya no tiene ningún propósito más que no volverme del todo loco si es que ya no lo estoy, anotaré algunos de los símbolos encontrados.

Día 206: El aceite de Beluga Voladora, otra especie que encontré en esta blanca eternidad, es un buen sustituto para la tinta. De no ser por él, no podría continuar mi diario. No he vuelto a encontrar otras estructuras que parezcan hechas por mano de hombre —o de algo como hombres—, pero sí rocas desperdigadas como si fueran parte en el pasado de algún puente como el que pasé, claramente talladas y algunas de ellas escritas con glifos similares, claramente muy grandes como para ser de simple lectura y seguramente con carácter ritual.

Día 251: Contemplé seriamente arrojarme a una de las grietas y terminar con mi existencia sin sentido, pero siento como si una fuerza misteriosa me rechazase de lanzarme al vacío. Como si ni siquiera fuera posible. ¿Tal vez mi instinto de explorador? No, hay algo más... no, no puede haberlo.

Día 272: Mi cordura está mucho menos que garantizada. Observé nada menos que un esqueleto titánico caminando en las nieves. Me pareció inmóvil al comienzo a pesar de su postura de caminante, pero con observación detenida noté que sí se movía, aunque con una lentitud que lo hacía casi imperceptible al ojo humano. Atónito, sin embargo por alguna razón se me ocurrió pensar qué haría allí y si era un ser sintiente. Para mi shock escuché una voz mientras veía su mandíbula moverse, diciendo sólamente con una voz sepulcral: "ESPERO". Corrí aterrorizado lo más que pude hasta que las nieves, los hielos y la neblina lo cubrieron de mi vista. Ahora me pregunto si todo eso habrá sido una alucinación o un sueño.


Un Siempreesperante Titánico por Christian Bravery
Imagen II: Un Siempreesperante Titánico, por Christian Bravery.


Día 316: La geografía se deforma lentamente. Además de abismos de hielo, hay montañas de hielo tan altas como cualquier monte de tierra y roca. Aves delicadísimas, como si hechas de nieve cristalizada, habitan asépticamente en sus cimas y laderas. Jamás pude acercarme mucho a una, y mucho menos atraparlas. Usé una bala una vez contra una, y pareció hacerse pedazos como un vidrio de hielo al impacto. Afortunadamente mis técnicas de caza del resto de la fauna siguen vigentes.

Día 371: Ha pasado ya más de un año desde que inicié mi expedición a los límites del mundo. Desde ese momento lo perdí todo. Pero hasta hoy no era consciente del punto de que me perdí a mí mismo. Por casualidad hoy resbalé y vi mi rostro en un trozo de hielo en el suelo. Sólamente que prácticamente no había rostro que ver. A pesar de que voy casi completamente cubierto, el frío había hecho estragos en la piel de mi cara, la parte más expuesta de mi superficie, aún usando antiparras, bufandas y capuchas. Mucha se había cado, en otra se veían evidentes signos de necrosis. Se me ocurrió sacarme los guantes un momento, y observé que mis manos estaban en similar estado. No me saqué el resto de la ropa porque probablemente significaría morir de hipotermia, inclusive si lo hacía dentro de mi agujereada tienda.

Día cuatrocientos noventa y algo (creo): Leo que he escrito sobre la hipotermia. Sin embargo, la verdad es que ya casi no siento nada en el cuerpo. Pero sigo mi travesía. Quizás haya otros mundos. Quizás pueda dar una vuelta al mundo, y salir del otro lado, si es redondo como consideran algunos de nuestros mejores naturalistas. Por otro lado no es imposible que vuelva a ver a Ksell. Ella pudo haber sobrevivido como yo. Incluso Bryant. Hasta me alegraría ver a Nurg. Soy más que consciente de la improbabilidad que pesa sobre estos postulados. Sin embargo, en la eternidad, todos los sucesos posibles son necesarios.

Día XXXX(?): Resulta inevitable admitir que he perdido la cuenta del tiempo y este ya no significa nada para mí. Muevo mis pies cansados con resignación a través del paisaje helado. He visto otro esqueleto gigante en una ladera, sin embargo no me ha causado choque ni interés, sólamente lástima. Una enorme espada estaba clavada en medio de su pecho. Sin ninguna razón más que mi propio estado de ánimo, supuse que habría sido un enorme ser humanoide que recurrió al suicidio. A pesar de esto, yo no tengo verdaderas razones para hacerlo. Me produce demasiada indiferencia vivir o morir; no siento motivación por una ni la otra. Solamente puedo continuar, esperando encontrar algo que redima mi existencia.


Siempreesperante Titánico posiblemente suicidado por Jinho Bae
Imagen III: Siempreesperante Titánico posiblemente suicidado, por Jinho Bae, modificada por Nemo Starem.


Día ¿¿??: Siento mi propio ser como algo pesado, una realidad colosal que arrastro a través de las nieves. Senta un perpetuo frío en los huesos, y al remover mis guantes encontré que sólo eso restaba debajo de ellos. No me horroricé ante esto sino que lo acepté como algo natural. Me deshice del estorbo que eran las ropas. De cualquier modo hace tiempo he dejado de comer y dormir; sólamente sigo caminando sin cesar mientras la uniformidad del paisaje muta y cambia de manera cíclica y casi imperceptible.

Día ¿¿¿???: Ksell... tenía razón.

Día ¿¿¿¿????: Tal vez en algún momento algo ocurra. Algo que me libere de este peso. Algo que haga que estos enormes huesos cansados encuentren un sentido.

¿Día?: ESPERO.


Criaturas: Siempreesperantes, Siempreesperantes Titánicos. Peces voladores abisales, Narvales Voladores, Belugas Voladoras, Aves de hielo.
Construcciones: Muros de Hielo Eterno, Alymkar.
Idiomas: Glifos desconocidos.
Individuos: Mark Gwynnenfeld, Bryan, Nurg, Ksell.


Nota I: Ganador del primer concurso de "El Bestiario del Hypogripho Dorado en su modalidad de relato corto.
Nota II: Está parcialmente inspirado en el artículo "Los Siempreesperantes" de Jakeukalane y la poesía "(des)Esperar" de Nemo Starem.


Texto: Nemo Starem.
Imagen I: Autor desconocido. Imagen en tamaño completo aquí → Los Muros de Hielo Eterno.
Imagen II: Christian Bravery (TheBrave). Imagen original aquí → Undead Giant. Imagen en tamaño completo aquí → Siempreesperante Titánico.
Imagen III: Jinho Bae, modificada por Nemo Starem. Imagen original aquí → Fallen Titan. Imagen en tamaño completo aquí → Fallen Titan (imagen). Imagen modificada en tamaño completo aquí → Siempreesperante titánico posiblemente suicidado.

©Nemo Starem ©Christian Bravery ©Jinho Bae

El Cristal

El Cristal

Imagen I: El Cristal, por Avengium.


Este artículo ha sido mejorado en la wiki


Texto original de Avengium.


El cristal seguía girando ingrávido a pesar de que ya nadie pasaba por allí. Sus moradores habían abandonado este lugar hacía mucho tiempo. La estancia estaba tranquila, todo parecía demasiado fácil. Adara se acercó cautelosamente y enfocó su haz infrarrojo hacia el misterioso objeto. Todas las lecturas eran normales. No detectaban ningún tipo de energía. Confiada, Adara sacó el receptáculo de contención y lo dejó en el suelo. En cuanto sus enguantadas manos tocaron el cristal, sintió un cosquilleo y un repentino festival de colores se mostró ante sus ojos. La realidad estaba cambiando vertiginosamente.


Objetos: Cristal mágico.
Individuos: Adara.


Nota I: Este relato corto se presentó a un concurso de Tuuulibrería en 2016.


Texto: Avengium.
Imagen I: Avengium. Imagen en tamaño completo aquí → Diamante del Cero Absoluto.

©Avengium.

Conversaciones sobre una especie perdida

Conversaciones sobre una especie perdida

Imagen I: Mirme y Mirmei teniendo una conversación sobre los pobladores ancestrales de su planeta, por Sergio Mayordomo Lizano.


Este artículo ha sido mejorado en la wiki


Texto original de Avengium inspirado en una imagen de Dan Piraro. Ver nota.


La hormiga y su maestro estaban en su lección matutina.

—Fíjate Mirme, los pobladores ancestrales fueron gente muy peculiar. Se creían de lo mejorcito, pero continuamente daban señas de su ignorancia. Y su aborregamiento fue el que los condujo a su extinción.
—¿Entonces fue bueno que se extinguieran, maestro?
—A pesar de que fueran una especie errática, sus últimos años fueron dolorosos y no hay que desear el mal a nadie.
—Recuerdo esa lección maestro. Gracias por recordármela. ¿Y cómo eran los antiguos pobladores?
—Esa historia ya te la he contado antes, Mirme. Sucedió hace miles de años. Quizá cientos de miles.
—¿Y podrías contármela de nuevo, Mirmei?
—Veré como me sale esta vez.

»Los antiguos pobladores eran una especie que provenía de los mamíferos 1. Un grupo casi extinto en la actualidad. Empezaron en los árboles. Construyeron tribus. Y después ciudades. Pero a menudo los sensatos eran sobrepasados por los ignorantes. Estos voceaban desde cualquier sitio en el que estuvieran e intentaban imponer su voluntad sobre el resto de la población.

La fuerza dio paso a la burocracia. Y la especie se desarrolló bajo el yugo de unas leyes autoimpuestas que los obligaban a todos. Aunque los abusos de los ignorantes seguían siendo como lo habían sido durante generaciones, los sensatos se veían protegidos por este aparato. Con cada generación, una nueva piedra se ponía. Y un nuevo derecho era conquistado. A veces se retrocedía generaciones, una guerra, un líder ignorante que los aglutinaba a todos, etc. Pero la especie no se rendía. Continuaban avanzando por los siglos y descubriendo nuevas cosas.

Pero cuando algunos pensaban que se acercaban hacia una nueva era de entendimiento mutuo, nuevos problemas aparecieron en su horizonte. Estos problemas eran de una escala superior. Requerían múltiples puntos de presión en distintos sitios y una acción conjunta de miles de comunidades.

Muchos vieron como la burocracia y otros logros del pasado podían ser trabas en la resolución de estos nuevos conflictos y no dejaban de sorprenderse de cómo los ignorantes se infiltraban en todos los puestos de la sociedad. Podían llegar a cualquier lado y seguir sin aprender cosas esenciales. De vez en cuando se destapaban redes criminales y grupos armados pero los más difíciles eran aquellos que usaban el gobierno en su favor. Aun así esto seguía sin ser suficiente para los optimistas que ansiaban un nuevo mundo.

Cuando esta civilización estaba en su mejor momento se podían presenciar cosas maravillosas, comunidades científicas y técnicas, grupos de lectura y escritura. Danza y música por las calles. Mientras que en otros lados, al mismo tiempo, esclavos en las minas, mafias, inseguridad y carencia de ley los hacían retroceder al tiempo de las tiranías. Este choque de realidades se debía a múltiples factores y aunque una persona ayudara y aliviara una vida, los esfuerzos individuales no eran suficientes para cambiar el entorno.

Mientras, los grandes dilemas de su periodo dorado, repartición de la riqueza, crisis de valores, cambio climático, seguían avanzando como lo llevaban haciendo desde hace siglos. E inmensos fosos se iban generando entre diferentes ámbitos de su sociedad.

Su caída les sobrevino en un periodo de incertidumbre sobre la aceptación del "otro". Entendiéndose por otros seres de su misma especie pero en diferentes circunstancias. Esta incertidumbre provocaba miedo en muchos de ellos y se dejaban convencer por las soluciones fáciles de los ignorantes. Poco a poco las esferas de poder se fueron llenando de ignorantes. Y su política calcinó los ecosistemas de muchas especies para conseguir recurso fácil. Y cuándo faltaron los recursos, las guerras sucedieron. Las acusaciones de traición y conspiración flotaban por el aire. La irracionalidad y la agresión era su terreno de juego. Pero los científicos habían descubierto el poder del átomo en aquel entonces y los gobiernos tenían acceso a él.

En una mañana fatídica, uno de los dirigentes fue el primer en lanzar un misil, al que siguieron muchos más. Y la superficie del planeta fue un horno durante mucho tiempo. Después vino lo que se llama el invierno nuclear. Los antiguos se habían dispersado en tribus y bandas intentando encontrar alimento fuera del asfalto y el cemento. Las semillas crecían débiles en la tierra irradiada. Y ellos mismos se iban sintiendo débiles. Penosos fueron estos últimos años en los que murieron por envenenamiento radiactivo.

Pero el planeta siguió. El invierno nuclear se prolongó por milenios y al final amainó. En la nueva tierra casi vacía, las pocas especies se diversificaron. Volvió a haber praderas de herbívoros y predadores. Trepadores en los árboles. Aves. Y un inmenso ecosistema marino. Las hormigas progresaron en su evolución. Y aquí estamos nosotros.

—Tan fascinante como siempre, maestro. Muchas gracias por la historia. Me alegro de que nuestra especie desarrollara una empatía tan saludable.
—La especie predecesora también desarrolló empatía por sus semejantes, pero no fueron suficientes los que lo lograron.

*1: La especie de mamíferos ancestral de la que estas hormigas hablan podría ser la especie humana de cualquiera de las realidades. O quizás otra especie distinta. Volver.


Criaturas: Mamíferos ancestrales (ignorantes, sensatos), hormigas inteligentes.
Individuos: Mirme, Mirmei.


Nota I: La imagen en la que se inspira el relato es la tira cómica del 28/06/2011 recogida en la entrada "Chocolate Philosophical Footwear (archive.org)", donde dos cucarachas sobreviven a la civilización humana (inspirada así mismo en esta imagen: "evolution human to cockroach"). Tira en inglés. Tira en español.


Texto: Avengium.
Imagen I: Sergio Mayordomo Lizano (Mayordom_Art). Imagen original aquí → Conversaciones sobre una especie perdida (deviantart). Imagen en tamaño completo aquí → Conversaciones sobre una especie perdida (imagen).

©Avengium ©Sergio Mayordomo Lizano

Luagr I

Luagr I

El risco Luagr, por Jakeukalane.


Texto original.


El desastre había sido total, aunque de eso hacía ya varios milenios. Todo lo que había quedado de aquella parte del mundo había sido una gigantesca montaña bañada por el mar.

Desde el risco sólo se observaba un paisaje increíblemente monótono. El mismo mar en todas direcciones. Sólo a lo lejos se distinguían unas peculiares formas globulares que cambiaban lentamente.

No se veían gaviotas ni cetáceos. Ni una sola nube cubría a esta parte del mundo, aunque los días en los que el Poder se desataba el ambiente se cargaba de una perturbadora niebla grisácea.

Desperté en la cima y, como el día anterior vi a 400 metros de la Gran Montaña una forma difusa que se iba acercando.

El enorme objeto que había aparecido flotando en el aire se había convertido en objeto de mi interés.

Lo había arrastrado el Poder hace unos días pero hasta entonces había sido semitransparente, pues no había penetrado en esta Realidad y seguía a medio camino de la suya y eśta. Sin embargo ya se había convertido en algo completamente sólido.

Tenía la forma de un óvalo hueco, como una de las minas a cielo abierto de la antigüedad. Las laderas bajaban empinadas aunque se apreciaban también en algunos lugares terrazas que parecían de cultivo.

Yo contemplaba todo desde lo alto, en la Gran Montaña. En la parte inferior de esa mole de piedra con apariencia de vasija había una variedad de plantas increíble. Me concentré en mi improvisado campamento pensando en que podría comer una vez que mis reservas de comida se habían agotado. Tumbado sobre el frío terrero de pura roca pensé en que podría hacer ahora. Sin embargo un curioso sonido interrumpió mis pensamientos.

Volví la vista hacia la misteriosa cumbre volante. Entonces los vi.

Pedían ayuda. Eran miles de seres de color verde de apariencia reptiliana. Caminaban sobre cuatro patas. No los había visto antes puesto que se confundían con la exuberante vegetación. Chillaban, imploraban. No podían salir de la parte más interna de aquel lugar de apariencia estrambótica.

Me afané en llegar hasta la cornisa más cercana a la cumbre volante. Dejé vagar la vista hasta el horizonte, en busca de algún rastro del Poder.

Las formas globulares del extremo más alejado del horizonte estaban inmóviles. Su color azul pálido no había variado desde el día anterior. Me quedé más tranquilo.

Comprobé las sogas y las poleas que había instalado hace una semana. Vivir en la Gran Montaña tenía sus ventajas aún con el terror constante que despertaba en mí el Poder. El viento traía objetos de lo más curioso. Hacía poco más de un mes que un galeón de un tamaño descomunal había chocado contra la Gran Montaña y se había incrustado en la roca.

Los gritos se hacían cada vez más frecuentes y me apresuré en asegurar el extremo de la cuerda en una roca y cogí 3 cuerdas con ganchos al extremo. Até la cuerda y me deslicé por ella apresuradamente. Llegado un punto tuve que seguir mi camino entre la pared vertical para no tensar la cuerda demasiado. Salté hasta el borde de aquel extravagante accidente geográfico y, cargando con los ganchos me dispuse a llegar hasta donde se encontraban las bellas criaturas. Iba oscureciendo y cada vez oía más fuertes los gritos de apremio de aquellos seres, clamando ayuda. Una vez en el fondo de la depresión me encontré con algo inesperado.

Los seres estaban encerrados en una especie de jaula de energía.


Criaturas: Seres Humanos, Triyuh.
Espacios Planares: Luagr. Lugares: Gran Montaña.
Conceptos: Poder.


Texto: Jakeukalane.
Imagen: Jakeukalane. Imagen original aquí → Luagr (deviantart). Imagen en tamaño completo aquí → Luagr (imagen).

©Hyposs Productions.

Aventuras en Egipto

Aventuras en Egipto

Imagen: Diosa Bastet, por Pablo Hernán.


Texto original de Jakeukalane.


El arqueólogo Stephan Gate era un señor inglés que había nacido en Oxford. Estaba bien constituido: era alto, fuerte y ágil con ojos azules y nariz respingona. Tenía mucha fama por sus grandes descubrimientos en el terreno de la arqueología.

El día 17 de Junio de 2005, juntó todo lo necesario para emprender un viaje a Egipto, quería estudiar el recién descubierto "Templo de las Mil Estancias".

Junto a su equipo de ayudantes llegó a la ciudad más próxima al templo, donde se alojó en un hotel en espera de reunir a algunos guías y conseguir víveres para unas cuantas jornadas.

Se pusieron en camino hacia su objetivo. El sol moría entre las montañas de arena, dejando así el paraje muy sombrío. De un rojo intenso relucía el templo destacando en la noche, pareciéndose a la inmensa mole de una montaña La caravana rodeó el templo en busca de alguna cavidad para entrar. Al fin, después de un arduo trabajo, localizaron en una grieta una estatuilla del dios Ra. Descuidadamente una mano se apoyó en ella, y una especie de puerta empezó a abrirse porque al parecer, la estatua tenía un mecanismo de resorte que impulsaba la puerta. De repente, la puerta oculta se paró en seco a la vez que la tierra fue sacudida por un seismo, que provocó que se desprendiera una parte de lo alto de la estructura del templo; también las colinas de arena se desmoronaron y bajaron hacia el templo, que estaba situado en una depresión del terreno, como una catarata enfurecida, y los expedicionarios buscaron refugio intentando entrar dentro del santuario por la puerta medio bloqueada. Por los pelos lo consiguieron. Sorteando numerosos peligros, y con la mala suerte de perder a algunos compañeros, llegaron al centro del monumento...

Llegado a este punto, me cuesta seguir esta historia sin revelar que la vi con mis propios ojos. Yo soy Alfred, un compañero suyo en la expedición.

...llevándose la más absoluta sorpresa, ya que les estaba observando una diosa, la diosa Bastet, una gata. Pero no una gata cualquiera, sino además de que ocupaba casi toda la gigantesca sala, estaba compuesta de luz tan nítida que parecía sólida Evocaba praderas de intenso verdor, colores rojizos, miles de matices contrastados: azules, amarillos, verdes, marrones, Colores corno el rubí, el áureo, el verdemar, el azur, el morado, el escarlata, el dorado, esmeralda, aceitunado, malva, blanco, negro... así relucía su piel. Traía una armonía absoluta al alma, el cuerpo y a la mente. Después de esto me sentí adormilado.

Mi sorpresa mayor fue cuando me levanté en mi casa de Londres. A pesar de eso, me niego rotundamente a admitir que todo fue un sueño.

Al cabo de dos años recibí una llamada anónima:
—El señor Stephan Gate ha muerto. Ya he podido comprobar que tú has tenido más suerte. Sus últimas palabras antes de colgar, fueron:
—Alfred, te espero en nuestra próxima aventura. Suerte.
El teléfono se deslizó de mis manos y cayó estrepitosamente al suelo todavía sonando entrecortadamente: pi — pi — pi...


Criaturas: humanos, diosa Bastet.
Espacios Planares: Tierra Neshl.
Edificios: Templo de las Mil Estancias.
Individuos: Stephen Gate, Alfred.


Nota I: Este cuento fue escrito para la revista de mi colegio, cuando estaba en 6º de primaria.
Nota II: El Templo de las Mil Estancias está inspirado en algún templo con algún nombre similar y, posibiblemente en el Templo de las Mil Estancias de la Historia Interminable de Michael Ende.
Nota III: Alfred seguramente está inspirado en el personaje homónimo de "El Ciclo de la Puerta de la Muerte" de Margaret Weis y Tracy Hickman.


Texto: Jakeukalane.
Imagen: Pablo Hernán. Imagen original aquí → La Diosa Bastet (deviantart). Imagen en tamaño completo aquí → La Diosa Bastet (imagen).

©Hyposs Productions. ©Pablo Hernán.

Los Colibríes Eléctricos

Los Colibríes Eléctricos

Imagen: Un Colibrí Eléctrico, por IME54-ART.


Texto original de Jakeukalane inspirado en la imagen.


1. Relato: "El pequeño pájaro presentado ante el Rey Nuss".
2. Variantes y explicación.
3. Biología.


1. Relato: "El pequeño pájaro presentado ante el Rey Nuss"

"Cuenta la historia que Hdyssu, un Dussiano de la corte del rey Nuss 1, encontró en su jardín un pequeño animal desconocido y que lo llevó presuroso ante la corte, puesto que Nuss vigilaba muy de cerca el comportamiento de sus súbditos y cualquier hecho insólito que no fuese presentado primero ante él era automáticamente catalogado como un intento de sublevación.

—Nuss, clementísimo señor. He encontrado un extraño animal en mi jardín. Seguro que tus bellos ojos facetados desean posarse sobre tan singular criatura.

El anciano y regio Dussiano hizo lo que le rogaban y se encontró observando a una extraña criatura, toda cubierta de una rara superficie irregular, muy diferente a los lisos élitros de los Dussianos. También, cosa extraña, flotaba entorno a dicha criatura un extraño objeto de metal, translúcido y etéreo 2, que parecía vibrar con la misma frecuencia que el batir de sus alas.

—¿De dónde has obtenido tan singular criatura?—dijo el soberano.
—Simplemente apareció de la nada, señor.
—Lleven a la criatura a que sea examinada. En cuanto a ti, Hdyssu, si esto es una artimaña, serás castigado. Si demuestras decir la verdad, tomarás el cargo de jardinero real."

2. Variantes y explicación

Las historias de la corte del rey Nuss terminan siempre con tres resultados posibles:

  1. El súbdito es castigado por su osadía al presentar un hecho insólito al monarca. Se interpreta así al rey Nuss como un tirano, aunque también como un gobernante inteligente, que destapa los complots para acabar con su legitimidad, su honorabilidad o su vida.
  2. El súbdito es recompensado por su valentía y celeridad para transmitir el hecho insólito. La interpretación aquí es la contraria, en la que el rey es clemente y sabe aprovechar la inteligencia de sus subordinados. Estas terminaciones de los cuentos son tardías y por lo tanto no se ajustan a la historia original.
  3. Otra de las posibilidades que sí pudo ser parte más factiblemente del relato original es la ejemplificación de que el Milegu es extraño y suceden hechos inexplicables. Estos finales apuntan a que dichos cuentos fueron escritos (o reescritos) cuando los Dussianos ya conocían la existencia del Milegu, es decir, mucho tiempo después de la época del rey Nuss 3.

La criatura encontrada por Hdyssu era un Colibrí Eléctrico, criaturas muy abundantes en la Tierra Neshl y el Planeta Neshlspik. Los Colibríes Eléctricos son capaces de realizar enormes Xaltos (teleportación a lo largo de diferentes Planos) dirigidos (y no aleatorios) y su número no sólo es enorme sino que los individuos con más suerte pueden vivir una considerable cantidad de tiempo. Por eso es factible que algunos Colibríes Eléctricos alcanzasen Dussia, si bien otra opción es que sea una transposición de un acontecimiento sucedido en Duss (la Tierra del Plano de Qenal).

Los Colibríes Eléctricos han sido usados, debido a su masivo número, como luminarias en diversos lugares del Plano Qenal. Se dice que los egipcios a los que los Escarabajos Arcoiris sometían con tanto empeño disponían de faroles con Colibríes Eléctricos en su interior.

Algunos Cazadores Interplanares los usan para adentrarse en lugares sin luz o, directamente, para hacer funcionar maquinaria electrónica.

3. Biología

Los Colibríes Eléctricos son, pese a su supuesta longevidad, criaturas extremadamente frágiles. Cualquier golpe, por leve que sea, puede hacer desfallecer a un Colibrí Eléctrico y hacer que sea incapaz de remontar el vuelo durante horas.

No todos los individuos generan figuras etéreas y transparentes de aparatos que funcionan con electricidad a su alrededor, pero sí son extremadamente veloces, vibrando con una rapidez inusitada y, al mismo tiempo, generando energía.

Sus colores son siempre llamativos, predominando el rojo y el verde.

Los Colibríes Eléctricos no tienen un período de inactividad excepto cuando resultan lastimados. Si el golpe es leve pueden seguir generando electricidad a pesar de estar inmóviles, por lo que se aseguran no servir de bocado a cualquier carnívoro que pase por el lugar donde hayan caído.

El gran número de ellos hace sospechar que su reproducción es particularmente rápida y eficaz. Sin embargo, no sólo no se ha observado que los Colibríes Eléctricos formen parejas sino que ni siquiera se ha podido determinar que tengan sexos diferenciados. Por ello su reproducción sigue siendo un misterio 4.

Diversos estudios de los Elfos de Neshlspik aseguran que los Colibríes Eléctricos (al igual que algunas especies de cuervos), son capaces de reconocerse en un espejo, por lo que tendrían cierto grado de autoconsciencia. También mostrarían, como muchas otras especies de pájaros, un canto tremendamente complicado, diferenciado por regiones.

*1: La corte del rey Nuss es un topos frecuente en los relatos de los Dussianos de Dussia. Su validez histórica no está enteramente descartada si bien todas las fechas aproximadas lo ubican posteriormente a la llegada de los Wertbiwns a Dussia, pero antes del Segundo Amanecer dussiano, lo que refuerza la tesis de que dicho reino era mítico y no real, puesto que se supone que toda civilización dussiana fue aniquilada con la invasión de los Wertbiwns. Volver.
*2: Los Colibríes Eléctricos generan imágenes etéreas de aparatos que utilizan electricidad. La descripción de una bombilla convencional hace que podamos precisar que el último redactor del cuento conocía dicha tecnología, lo que encuadra el relato en el Sistema Estelar de Ul (Sistema Estelar donde se encuentra Duss) y no en el Sistema Estelar de Dixar (donde se encuentra el Planeta Dussia, cuna de los Dussianos). Volver.
*3: La interpretación más frecuente de las tres diferentes terminaciones es que se usase la historia que la mayoría de estudiosos consideran la original, en la que el rey es descrito como un tirano. Volver.
*4: Las propuestas de que se reproducen mandándose rayos concentrados de energía eléctrica (que los partirían en dos) ha chocado con el escepticismo generalizado de los expertos. Volver.


Criaturas: Colibríes Eléctricos, Wertbiwns, Dussianos de Dussia, Escarabajos Arcoiris. Cazadores Interplanares.
Espacios Planares: Plano Qenal, Tierra Neshl.
Lugares: Planeta Neshlspik, Planeta Duss. Sistema Estelar de Ul, Sistema Estelar de Dixar. Planeta Duss, Planeta Dussia.
Conceptos: Xaltos.
Acontecimientos: Invasión Wertbiwns a Dussia. Segundo Amanecer dussiano.
Individuos: Nuss (Dussiano); Hdyssu (Dussiano).


Texto: Jakeukalane.
Imagen: IME54-ART. Imagen original aquí → I give you your freedom back!. Imagen en tamaño completo aquí → Los Colibríes Eléctricos.

©Hyposs Productions. ©IME54-ART

Cómo invitar al Yeti a un cacao

Cómo invitar al Yeti a un cacao

Imagen I: El yeti tomando una taza de cacao, por Gabriel Gómez.


Este artículo ha sido mejorado en la wiki


Texto original de Avengium. Realizado en un reto de escritura, con las palabras de inspiración: buzón, cacao, cúpula, estribo, Yeti, tejer. E imaginario de los siglos XX-XXI.


Volvió a mirar y el Yeti aún seguía allí. Le había atraído hacia el lugar con un poco de cacao.

La verdad es que la historia era curiosa. Ella había ido tras la pista del Yeti una larga temporada. Había acampado en picos nevados, bajado a las plantaciones, había convivido con sus gentes. Se había ganado un hueco en los reclusivos templos. Y había aprendido muchas cosas. Sus estudios de antropología le habían reportado un buen puesto. Pero no había encontrado al Yeti. Se iba sin una pista.

Hizo las maletas y se volvió a su casa en Uppsala. La sorpresa fue cuando al llegar y mirar el buzón vio que había una carta extraña. No tenía remitente por lo que no sabía de quién era ni se explicaba cómo había llegado allí. Cuando la leyó, no pudo creer lo que veía. Su interlocutor aseguraba en la carta que sabía donde se encontraba el Yeti. Pero pedía verla en Bangladesh. A medio mundo de distancia.

Después de hablar con algunos familiares y amigos, Karen lo arregló todo de manera que pudiera irse lo más pronto posible a su nuevo destino. No podía dejarlo así ahora que ya estaba habituada a la búsqueda y perder la oportunidad.

Cuando llegó al aeropuerto más cercano, había alguien esperándola. Esto la inquietó.

—¿Qué haces aquí y por qué me sigues?
—Estoy aquí para hacer negocios con usted, señora Gunnarsson. Pero mejor vayamos a un lugar más tranquilo a hablar de este asunto. ¿Me hace el favor de acompañarme?

Karen se encontraba confusa. Un señor de aspecto indio y bien arreglado parecía conocerla de antes.

—¿Cómo sé que me puedo fiar de usted?
—Soy el único que ha ido a buscarla ¿no?

Fue un largo viaje en coche. Karen no consiguió relajarse en todo el viaje hasta que llegaron a una villa señorial.

—Ahora que ya estamos acomodados me gustaría preguntarle. ¿Descubrió algo acerca del Yeti?
—No, no descubrí nada. Y aunque lo hubiera hecho, aún no se si fiarme de usted.
—Bueno. Para que vea que soy de fiar le voy a dar un dato que le va a ser muy útil para localizar al Yeti. Al Yeti le encanta el cacao. Sienten pasión por una bebida de chocolate amargo preparado de manera ritual desde hace siglos. Por suerte para usted, sé donde se prepara ese cacao. Si acepta el trato que le voy a proponer a continuación no tendré inconveniente en darle un termo lleno de este cacao.
—¿Y qué trato es este?
—Tiene que traerme pelo de Yeti. Suficiente pelo como para hacer una prenda amplia una vez tejido. Usted puede hacer lo que quiera con el Yeti.
—¿Y qué pretende hacer con ese pelo? ¿para qué lo necesita?
—Ya le he dicho. Para hacer una prenda. No le interesa saber más. ¿Acepta el trato?

Karen estuvo pensándolo durante un buen rato. Podría aceptar esta pista y volver al Tíbet a probar suerte o volverse a Uppsala sin nada y olvidar el asunto.

—De acuerdo. Pero el Yeti no es asunto suyo. Déme ese cacao y todo lo que vaya a necesitar en el viaje.

Karen descansó en la villa ese día. Y al día siguiente cogió un vuelo qué ya habían reservado para ella en previsión de que aceptaría.

En el avión vio una conferencia sobre diferentes tribus americanas, leyó un libro y charló brevemente con su compañero de asiento hasta que llegaron. Cuando desembarcó cogió un autobús hacía una ciudad próxima y se internó en el Tíbet.

La primera vez que durmió en el Tíbet soñó que se despertaba en una gruta y que allí estaba el Yeti. Sucedió más adelante de nuevo. Pero se despertaba antes de reconocer nada. En otra ocasión reconoció el símbolo de un templo en el que ella había estado en su anterior expedición y partió para allí.

Cuando llegó al templo, los monjes la reconocieron. Les traía una ofrenda de incienso. Y él monje que cogió el incienso se alegró de verla.

—Siéntate aquí con nosotros.
—No, por favor. No quiero alterar vuestra calma. Estaba de paso.
—Estás de paso. Pero no hacía dónde tú crees.
—Bueno. Me tomaré un descanso.

Y Karen se sentó con los monjes. Estaban meditando y se podía sentir la tranquilidad. Al cabo de un rato Karen sintió una sensación de calma distinta. Difícil de describir. Estaba consciente y parecía como si pudiera manejar conceptos en un mapa mental con solo tocarlos. Vio pistas en su mente, mapas y relatos de los lugareños y los relacionó. Eran retazos, detalles aquí y allá. Cosas que se le habían pasado inadvertidas antes. Y llegó a la conclusión de que el Yeti estaba a menos de un kilómetro de este templo. Y los monjes guardaban su secreto.

Karen abrió los ojos y se levantó. El monje que había hablado con ella antes también lo hizo.

—¡Vosotros occidentales, siempre tan utilitarios! Cuídate Karen. No quiero que te pase nada malo.
—Gracias. No me pasará nada.

Karen saludó al resto de monjes que estaban reunidos ahí y se despidió de ellos. Se puso a caminar hacia donde pensaba que estaba el Yeti. Y no apareció. Torció en otra dirección y tampoco. Eligió varias direcciones más y nada. Se paró.

«Creía estar segura que el Yeti estaba a menos de un kilómetro del templo. Pero no puede estar por esta zona. No hay donde esconderse. He explorado todos los alrededores del templo y tendría que estar más lejos si quiere esconderse. Voy a preguntarles a los monjes donde está».

Karen tocó a las puertas del templo pero nadie abrió. Volvió a llamar y nada. No parecían oír el picaporte.

Entonces decidió sacar el cacao de su mochila. El termo seguía caliente y decidió abrirlo para saborear un poco. Sabía que el chocolate amargo natural no sabía bien. Tenía esa textura arenosa de grano molido que recordaba.

Antes de guardar el cacao, el pestillo de la puerta del templo cedió y la puerta se abrió. Karen entró pero no vio a nadie. Estaba desierto. Fue a uno de los patios interiores. Y en un cuenco que había vertió un poco de cacao. Y se fue a explorar el templo. Tenía bastantes habitaciones. Karen se tomó su tiempo. Pero aún así no encontró a nadie. Parecía que se habían esfumado.

Cansada, Karen decidió volverse. Pero cuando pasó por el patio allí lo vio. Le había atraído hacía el lugar con un poco de cacao. El Yeti la vio a ella y siguió bebiendo él cacao hasta que se lo acabó.

—Ungggh gunh gun ung —dijo el Yeti.
—¿De verdad eres el Yeti? —dijo Karen boquiabierta y con cierto miedo.
—Ungg gung —dijo.

La verdad es que parecía un gigante bonachón. Peludo por todo el cuerpo excepto las palmas de las manos y pies y cara. Karen no cabía en sí de asombro:

—¿De verdad? ¿de verdad eres el Yeti? He encontrado al Yeti. ¿Y ahora qué hago contigo?
—Gunghunghg.
—No te entiendo. ¿Sabes malayo? ¿chino?
«No. No conozco ninguno de esos idiomas. Pero esa bebida mágica ha renovado mis fuerzas».
—¿Qué? ¿Por qué te oigo en mi mente? ¿Te das cuenta del descubrimiento?
«La planta de la cual se hace esa bebida también existe en mi planeta. Y me revitaliza cuando la tomo. Mientras, tengo que internarme en un estado de reposo para no agotar mis fuerzas. Estos monjes me han ayudado mucho».
—Fascinante.
«¿Quieres algo de mí?».
—Me gustaría que me dieras tu pelo. Me han dicho que con él se puede tejer una ropa maravillosa.
«Te han informado bien. Mi pelo tiene unas propiedades de protección de la vida que algunos buscan. Pero no pienso quedarme aquí por mucho tiempo. Tengo que conseguir más bebida e irme de aquí».
—Yo tengo más de esa bebida. Aquí la llamamos cacao.
«¿Y me darías el resto? Como agradecimiento puedo mandarte a ti a cualquier sitio».
—Uppsala será suficiente.


Criaturas: Yeti.
Espacios Planares: Tierra Neshl.
Substancias: Cacao. Pelo de Yeti.
Individuos: Karen Gunnarsson.


Nota I: La primera frase es una referencia al relato de Augusto Monterroso, "El dinosaurio".

"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".


Texto: Avengium.
Imagen: Gabriel Gómez (Zar). Imagen original aquí → Yeti, de Gabriel Gómez (deviantart). Imagen en tamaño completo aquí → Yeti, de Gabriel Gómez (imagen).

©Avengium ©Gabriel Gómez